“¿Cuál es el momento indicado para cambiar de opinión, pensamiento y actitud?”
Respuesta:
En el transcurso de nuestras vidas, pasamos por experiencias que nos moldean o por lo menos que intentan moldearnos. Si somos ciegos y sordos a lo que cada experiencia nos enseña, entonces nuestro carácter no puede ser moldeado. Y ese es el problema que muchos de nosotros cargamos: la resistencia al cambio. Nuestro corazón humano es tan lleno de sí mismo, tan convencido de que sabe mejor, de que nunca está equivocado, que muchas veces no aprendemos las lecciones contendidas en una experiencia.
Cuando finalmente nos damos cuenta de eso, cuando nos despertamos para el hecho de que al final ESTAMOS equivocados, podemos reaccionar de una u otra manera:
Podemos despertarnos y aprender nuestra lección, o podemos obstinados y mantener nuestro orgullo.
La primera opción significa que aprendemos y crecemos; la segunda, que nos volvemos tan orgullosos que no podemos aprender algo nuevo.
“Y renovaos en el espíritu de vuestra mente”, dice el apóstol Pablo en Efesios 4:23. Pocas, pero profundas palabras.
Nuestra mente necesita renovación. Lo necesita porque envejece. Con el pasar de los años, si no actualizamos el espíritu de nuestra mente, nos volveremos espiritual y mentalmente viejos. Viejas ideas, viejas maneras, resistencia al cambio. Paramos de crecer. Somos dejados atrás. Las mentes más jóvenes (y actuales) comienzan a pasar adelante nuestro. Y nos volvemos una persona molesta, amargada, resentida, caricatura de lo que solíamos ser. Entonces, culpamos al mundo por haber cambiado.
“El cambio es difícil pero casi siempre lo esencial es la supervivencia.” – Les Brown
Entonces, la próxima vez que sus ideas o convicciones actuales fueran desafiadas por otras mejores y diferentes, no sea orgulloso. Vaya hacia adelante y cambie.
Es para su bien.
Respuesta extraída del blog del obispo Renato Cardoso.
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