Si arrojamos una piedra a un estanque, se producen ondas que se propagan. Estas ondas al llegar a las paredes se reflejan y vuelven en sentido inverso. De un modo semejante, las ondas sonoras pueden reflejarse cuando encuentran una superficie dura en su trayecto.
Vimos que las ondas sonoras pueden reflejarse cuando encuentran en su camino una superficie dura. Una persona que emita un grito a cierta distancia de una pared, vuelve a percibirlo instantes después. Esto se debe al eco, que es la repetición de un sonido causada por la reflexión que se produce al chocar la onda sonora contra un cuerpo duro. Por lo tanto, el eco es la reflexión de un sonido que nos llega cierto tiempo después del sonido original. El sonido sólo es audible cuando hay un retardo de 1 a 10 segundos respecto al sonido original.
Además de las características que posee, existen curiosidades imperdibles acerca de este fenómeno físico. El eco, por ejemplo, se emplea con éxito para determinar la proximidad de icebergs o de rocas a flor de agua en días de niebla como también para medir la profundidad del agua por donde pasa un barco, así como para determinar la posición de buques hundidos; también permite que ciertas especies como el delfín, pueda desarrollarse con absoluta precisión en la absoluta oscuridad.
Entre las narraciones del humorista norteamericano Mark Twain, hay una graciosa ficción sobre las desventuras de un coleccionista, que concibió la idea de reunir…¡Ecos! Según la narración de Mark, este excéntrico se dedicó a comprar todas aquellas parcelas de tierra en que el eco se repetía varias veces u ofrecía alguna otra particularidad. No sabemos en qué se inspiró para hacer reír a su público , pero si es cierto que existen magníficos ecos múltiples en diversos lugares de la esfera terrestre, especialmente en las montañas, algunos de los cuales son famosos en todo el mundo desde hace muchos años.
Algunos de estos ecos célebres son el castillo de Woodstock, Inglaterra donde el eco repite claramente 17 sílabas. Las ruinas del castillo de Derenbourg, cerca de Halberstadt, producían un eco de 27 sílabas, pero enmudeció al ser volado uno de sus muros. Las peñas, que formando círculo se encuentran en las inmediaciones de Adersbach, en Checoslovaquia, en un sitio determinado repiten tres veces 7 sílabas; pero a varios pasos de este sitio, ni siquiera el ruido de un disparo produce eco.
En un castillo de las cercanías de Milán (hoy desaparecido) se escuchaba un eco de muchas repeticiones. Un disparo hecho desde la ventana de una de sus alas, era repetido por el eco 40 ó 50 veces, y una palabra pronunciada en alta voz, 30 veces. No es cosa fácil encontrar el sitio donde el eco se escucha claramente, aunque sólo sea una vez. No obstante, hay muchas llanuras rodeadas de bosques y muchos claros en los propios bosques, en las cuales, basta dar una voz fuerte, para que de las paredes que forman los árboles, nos llegue un eco más o menos claro.
El eco y la arquitectura
Los constructores de castillos medievales solían introducir en ellos curiosidades acústicas, para lo cual colocaban bustos en el foco do espejos acústicos cóncavos o al final de tubos especiales, hábilmente disimulados en las paredes.
En la foto se muestra la reproducción de un grabado tomado de un libro del siglo XVI (de Athanasius Kircher, 1560), en el cual pueden verso estos ingeniosos dispositivos. El techo en forma de bóveda dirige hacia los labios del busto los sonidos, que el tubo acústico conduce desde el exterior.
Estos enormes tubos acústicos, emparedados en los edificios, recogían los sonidos de la calle o del patio y los conducían a los bustos de piedra, situados junto a la pared de una de las salas. A los visitantes les parecía que los bustos murmuraban o canturreaban algo.
El eco no está invitado a eventos importantes
En los locales destinados a celebrar reuniones o audiciones musicales, los ecos suelen resultar confusos. Todavía es peor cuando se trata de oír un discurso, pues conviene que en tal caso, se perciba distintamente cada sílaba que el orador pronuncie, sin que se confunda con el eco de las palabras anteriores. Es por eso que el eco no está invitado a eventos y convenciones. Para lograr quitarlo de la lista de invitados, son necesarios distintos medios para evitar la reflexión del sonido.
La propiedad de ciertas sustancias a prueba de sonido es aprovechada en los teatros, y sobre todo en los cines modernos, para evitar la reverberación o producción de ecos múltiples.
Los cortinajes, los tapices y otras cosas por el estilo, son malos reflectores del sonido y resultan de cierta utilidad; también una serie de alambres tendidos de un lado a otro de la sala, encima del auditorio, pueden contribuir al desbaratamiento de las ondas sonoras impidiendo, por lo menos, que sean reflejadas desde el plano que forma el techo.
Incluso, la gente misma mejora, con su sola presencia, las condiciones de una sala donde ha de hablarse o cantarse, pues sus cuerpos constituyen por encima del piso una superficie irregular contra la cual vienen a estrellarse las ondas sonoras.
Sin lugar a dudas, el eco es un fenómeno que atrajo a curiosos, profesionales, investigadores y también cineastas de todas las épocas. Tú, ¿ya has probado gritar y escuchar el eco de tu voz?