Los últimos 21 días de ayuno por lo Más Importante representaron el sexto Ayuno de Daniel realizado en toda la historia de la Iglesia Universal. Un ayuno que, para el obispo Edir Macedo, se trató del más importante de todos. Pero, ¿por qué? “Porque sucedió en este ayuno lo que no había sucedido en los cinco anteriores, lo que hizo la diferencia fue el sacrificio”, afirma.
El miércoles 17 de abril el obispo mencionó la prédica de la última “Noche de la Salvación”, cuando se enseñó que el sacrificio es recompensado con la respuesta de Dios. Cuando existe el sacrificio, hay, naturalmente, una expresión de fe. El obispo continuó diciendo que “ninguna persona puede recibir beneficios de Dios sin que haya sacrificios.”
La Biblia como ejemplo
En las historias escritas en la Biblia, los milagros que sucedieron en el tiempo del Señor Jesús hacen referencia a una expresión de fe, sin ningún tipo de sacrificio. Como el caso del ciego, de los leprosos, de Naamán, que fueron curados. También el caso de Lázaro, que volvió a la vida.
De la misma manera, muchas personas llegan hoy a la iglesia, tienen sus demostraciones de fe, sin hacer cualquier tipo de sacrificio. Así, alcanzan milagros físicos como la cura, la transformación de la familia o la liberación de los vicios.
Sin embargo, “las cosas extraordinarias de Dios, que transforman por completo la vida de la persona, que transforman el agua en vino, esas cosas exigen sacrificio”, advirtió el obispo.
Usted puede ser curado, liberado o beneficiado con un milagro, sin hacer ningún sacrificio. “Usted creyó, usted recibió. Pero, todos esos milagros son pasajeros, un día usted morirá y, ¿su alma, para dónde irá?
Todos los que fueron curados, en el pasado, murieron, no se sabe si fueron para el cielo o el infierno, pues todo depende de cómo estuvo su vida con Dios.”
El beneficio supremo de las bendiciones solo viene cuando existe un sacrificio. Usted puede ser beneficiado con bienes físicos. Muchas personas, a lo largo de los 36 años de existencia de la Iglesia Universal en el mundo, fueron beneficiados con esos milagros. Aun así, no obtuvieron la transformación total. Y es ahí que radica la diferencia, según el obispo Macedo. “Dios quiere hacer mucho más que darle pan al hambriento, curar o prosperar a alguien, lo que Él quiere hacer es transformar su vida y hacer de usted una nueva persona, que sea feliz, con paz y alegría para vivir.”
Esa fue la propuesta del Ayuno de Daniel: transformación total de vida. Pero esa transformación no está al alcance de todos, solo de quienes están dispuestos a renunciar a su voluntad, a sus gustos y manías.
(*) Con información de la IURD de Portugal