Cuando hablamos de desprenderse, muchos pueden criticarnos o pensar que estamos dejando alguna cosa importante de lado… O siendo indiferentes a algo… O, inclusive, insensibles a alguien. Lo que es seguro que es que somos indiferentes a algo cuando hay motivos reales para que eso suceda, cuando estamos descontentos e infelices.
A pesar de conocer personas que son muy apegadas a las cosas materiales, podemos poner a trabajar nuestra mente y ayudar a otros a desprenderse de sus vínculos hacia esos objetos. Ya que éstos se gastan, se deterioran y deben ser cambiados para utilizarlos mejor y para que respondan a nuestras necesidades cotidianas. Algunos de estos objetos pueden ser: un automóvil, una heladera, calzado o una prenda de abrigo.
A su vez, los malos sentimientos, como dolor, rechazo, tristeza, todo aquello que, proviniendo del pasado, acompaña y atrasa la vida de una persona, también deben ser tratados como objetos de desapego. ¿Para qué sirve guardar y pulir algo que nunca va a transformarse en algo bueno, cuando quien necesitará dirigir sus objetivos y cambiar, es quien cultiva ese sentimiento?
Quien cambia es usted
Sí, el cambio está en usted. A veces, permanecemos en una relación por pena, comodidad o puro egoísmo. Por eso, precisamos siempre estar alertas y preguntarnos si estamos felices haciendo el bien y lo mejor, no sólo para usted mismo sino para los demás. Necesitamos construir relaciones fuertes y honestas.
La joven estudiante Caroline Benaia sufrió un abuso sexual siendo una niña. “Él era un amigo de la familia y solía venir a mi casa. Pero, con 6 años yo no podía entender bien lo que estaba sucediendo. Me sentí culpable por eso. Me guardé la amargura y no logré contárselo a nadie”, relata.
El hecho la traumó por demás. Sufrió durante años en silencio, con malos sentimientos que le trajeron depresión y el miedo a acercarse a cualquier hombre que no fuera de su familia. Inclusive, se relacionó con otras muchachas.
“Ya no aguantaba más toda esa situación y me di cuenta de que todo ese sentimiento me estaba haciendo muy mal. Él (el malhechor) ya había muerto. Pedí ayuda espiritual y decidí enfrentar mis miedos. Logré desapegarme de ese sentimiento malo. Le conté a mi madre, ya sin dolor, porque ya había perdonado a aquel hombre. Pasé por eso, pero lo más importante ¡es que vencí!”, explica Caroline.
Quien busca la felicidad, no va detrás de cosas fugaces. Dios quiere vernos plenamente realizados y felices. Por eso mismo, es feliz aquel que tiene el discernimiento y sabe reconocer el momento para liberarse de un sentimiento malo que lo está perjudicando a sí mismo y a quien tenga a su alrededor.
La mente evalúa y nos orienta a elegir lo que es mejor para nosotros. Manténgase vigilante cuando algo o alguien parece imprescindible en su vida. Deténgase en los detalles para advertir si usted está sufriendo o haciendo sufrir. Entonces, usted tendrá la respuesta y sabrá si eso es realmente lo que precisa pasar para alcanzar la verdadera felicidad. Será el momento de dejar ir aquello que ya no le hace bien.