Voluntarios de la IURD llevan esperanza a los necesitados y promueven acciones sociales en el país.
Hace 15 años que la Iglesia Universal del Reino de Dios ha promovido la transformación espiritual y social de los habitantes del país africano Costa de Marfil, a través de 29 templos esparcidos por el territorio. Con el apoyo del grupo de evangelización, la IURD lleva diariamente las buenas nuevas de Salvación a las personas que están en las calles, casas, cárceles, hospitales y granjas de internación, entre otros.
Recientemente el grupo realizó una asociación con el Centro Nacional de Transfusión Sanguínea (CNTS) y promovió un día de donación de sangre en la sede de la Iglesia de la ciudad de Adjamé con el lema “El amor en la religión”. Para realizar esta campaña, dos voluntarios del grupo participaron de un Workshop, que les dio el conocimiento básico del proceso de transfusión de sangre y el aprendizaje para desarrollar las herramientas de comunicación necesarias para el reclutamiento de dadores.
Otra acción de equipo se realizó en el hospital General de la ciudad de Puerto Bouet, donde distintos voluntarios realizaron oraciones por los enfermos y también distribuyeron entre los pacientes frutas y kits de higiene. Los niños de la maternidad Maria Tereza Adjamé, que lucha por los niños abandonados y huérfanos, también fueron asistidos por el grupo. Allí llegaron mensajes de fe para los pequeñitos y se distribuyeron, además de amor y cariño, canastas de alimentos básicos y ropa.
Vidas Transformadas
Sin embargo, la principal transformación proporcionada por el trabajo de la Iglesia Universal es la del interior de cada persona que se convierte al Señor Jesús. Ese es el caso del comerciante Gnahoré Marciais, que está libre de drogas hace 13 años gracias al apoyo recibido en el Centro de Ayuda. Él relata que, por los vicios, robó objetos de su propia casa. “Mis padres intentaban conversar conmigo, pero yo los amenazaba. Yo era muy violento”, afirma Gnahoré.
Su padre conocía el trabajo de la Iglesia Universal e invitó a Gnahoré a participar en una reunión. Él aceptó la invitación y con sólo dos meses en la presencia de Dios fue liberado de las drogas. “Hoy soy feliz y veo las bendiciones de Dios en mi vida y en la vida de mi familia”, cuenta con felicidad. El analista financiero Juan Molt, de 27 años, tenía una vida estable con un alto salario que le permitía vivir con confort. Pero Juan comenzó a sentir un cansancio anormal y dolores en las articulaciones. Para Juan solo eran síntomas de estrés. Con el tiempo los dolores aumentaron y después de varios exámenes realizados le diagnosticaron “síndrome de fatiga crónica” (SFC), una enfermedad incurable que provoca dolores musculares y articulares, fatiga mental y física, derivándose en depresión. Una enfermedad que es más común encontrarla principalmente en personas de 40 años en adelante.
Durante un año, Juan no pudo trabajar por los fuertes dolores y tuvo gastos tan altos en medicamentos y exámenes que lo llevaron a depender de amigos. La madre de Juan participaba en la Iglesia Universal del Reino de Dios e hizo cadenas de oración pidiendo por su cura. Cuando el estado de salud empeoró, su madre le pidió que fuera con ella hasta el templo. Juan, cansado del sufrimiento que estaba pasando, decidió participar en una reunión. “Yo decidí confiar mi vida a Dios y ser curado” cuenta. En la iglesia hizo cadenas de oración y su vida comenzó a cambiar. “Fue un milagro. de repente fui capaz de caminar y hacer lo que no podía hacer durante todos esos años. No tengo ni dolor, ni cansancio, ni depresión estoy liberado” finaliza, feliz.