Los harenes de la antigüedad despertaron la imaginación de muchos a través de los milenios. Eran muy comunes en el Antiguo Testamento del Oriente Medio y Asia, la Biblia habla de los harenes de diferentes tamaños para reyes como Asuero, Saúl, David y Salomón.
Las mujeres apartadas para convivir con los reyes, como esposas o concubinas, eran más que un símbolo de estatus y poder. La situación también era útil, políticamente ya que un monarca podía hacer lianzas al recibir muchachas de otras familias reales, formando un vínculo con sus respectivos reinos. Si eso era común entre familias reales formadas por un matrimonio monógamo, en el caso de tener un harén, las posibilidades aumentaban.
De acuerdo a lo que está registrado en el libro que lleva su nombre, Ester fue escogida por el rey Asuero, de su propio harén para ser su reina.
Saúl tenía un harén relativamente pequeño (2 Samuel 12:8). Cuando David lo sucedió, lo amplió (2 Samuel 15:16). su hijo, Salomón, tuvo el mayor de todos (1 Reyes 11:1-3), inclusive con mujeres de reinos enemigos de Israel, lo que no era bien visto por muchos (1 Reyes 16:31).
Un harén era uno de los símbolos del derecho al trono. Si otro hombre del reino mostraba interés en alguna de las mujeres reservadas al rey, era considerado un acto de traición, el que podría resultar en pena de muerte.
Un hombre castrado, o eunuco, servía de guardaespaldas de las mujeres. El eunuco no tenía su órgano sexual con el fin de que no tuviera relaciones con ninguna mujer del harén, algo exclusivo del monarca. Dependiendo del reino, el eunuco gozaba no sólo de la confianza del rey, además tenía privilegios en la casa real y recibía grandes sumas en dinero y joyas.
Las hijas del rey quedaban bajo los cuidados de su madre en el harén, hasta que se casaran con alguien aprobado por su padre, y lo obedecían a él. Los hijos establecían sus propias casas (2 Samuel 13:7).
Quien administraba el harén en las casas reales judías era la “Gebirah”, la reina madre. Sabiamente, a la madre del rey, se la consideraba la reina oficial, a fin de evitar conflictos entre las muchas esposas que reclamaran el título (1 Reyes 15:13).