Los ojos de Kristine Barnett son dos estrellas presas a un rosto que confunde lágrimas y sonrisas. No es para menos. Su hijo, el orgullo de la familia, está estudiando para obtener su maestría en física cuántica. Y sólo tiene 14 años.
Hace 12 años atrás, Kristine ni siquiera soñaría con ese momento. A los 2 años, Jacob prácticamente no hablaba, se relacionaba poco con las personas y hacía que su madre tuviera varias dudas sobre su futuro.
Hoy, el futuro de Jacob es el presente. Con objetivos nada modestos, el muchacho pretende desarrollar una versión “más elaborada”, según sus propias palabras, de la Teoría de la Relatividad, el principal trabajo de Albert Einstein. A propósito, el QI de Jacob es 170, 10 puntos más que el autor de E = mc².
Por eso, el orgullo de Kristine desborda sus ojos. Su hijo es una de las mentes brillantes que debe llevar el mundo adelante, algo que ningún médico le dijo. Es más, lo que los médicos le dijeron hace 12 años, cuando Kristine buscó ayuda profesional para la educación de su hijo, fue que él jamás conseguiría atar sus propios cordones. ¿El diagnóstico? Es portador del Síndrome de Asperger, una variación del autismo.
Como los médicos que diagnosticaron a Jacob, millones de personas subestiman a quien es “diferente”. El diferente puede ser portador de autismo, Síndrome de Down, albinismo, poseer alguna deficiencia física, ser obeso, pelirrojo, bajito, calvo, tener ojos verdes. La lista de diferencias, obvio, es enorme. Eso sucede porque la palabra “diferencia” proviene del latin “Differens”, que significa “Lo no igual”. “Dis” significa “fuera, apartado de”. “Ferre” significa “llevar, portar”. Llevar algo fuera de lo que es común a un punto de observación es ser diferente. ¿Qué lo lleva a usted ser diferente?
Necesidad
Lo diferente que carga el matrimonio Ariel Goldenberg y Rita Pokk (foto) es un cromosoma extra cada uno. Los actores estrenaron el film “Colegas”, premiado cuatro veces en el cine nacional y galardonado a nivel internacional, tres veces.
Distintas investigaciones muestran que una de cada mil personas poseen ese cromosoma demás. Sin embargo es común ver que hay un trato desigual. Algunos dirán que son portadores de “necesidades especiales”. ¿Y no lo somos todos?
Mi abuelo porta la necesidad especial de tomar remedios para el corazón. Mi sobrina posee la necesidad de remedios antialérgicos. Un conocido mío sigue una dieta estricta por el bien de su salud. Y ninguno de ellos es subestimado por eso.
¿Cuál es su necesidad especial? ¿Qué precisa usted?
Miradas
Usted, con certeza, no carece de una mirada nostálgica. Tampoco quien, por cualquier razón biológica, tiene su propia necesidad especial visible. Cada persona necesita de un tipo diferente de educación, de tratamiento médico y de acompañamiento psicológico o espiritual, pertenezca a alguna minoría o no.
Una de las Organizaciones no gubernamentales que se conocen en Buenos Aires para la integración de la persona con necesidades especiales es la Asociación para el Desarrollo de la Educación Especial y la Integración (ADEEI) – asociación civil sin fines de lucro – cuyo objetivo es desarrollar acciones a favor de las personas con discapacidad a partir de una respuesta integradora para su inclusión escolar, laboral y social.
Iguales
Bien. Pero si todos cargamos nuestras diferencias y poseemos necesidades especiales ¿por qué persiste la mirada que subestima?
Quiero creer que somos capaces de ver con el corazón y el cerebro (y el hígado, para agradar a griegos) más que con los ojos. Porque todos somos diferentes y, en eso, somos todos iguales.