Noemí salió de Belén de Judá junto a su marido, Elimelec, y sus dos hijos, Mahlón y Quelión, a causa del hambre. Llegaron al campo de Moab y allí murió su marido. Ella se quedó con sus dos hijos, quienes, más tarde, se casaron con las moabitas Rut y Orfa. Después de 10 años, murieron también sus hijos, y Noemí se quedó sola con sus nueras (Rut 1:1-5).
Sin embargo, escuchando Noemí que el Señor le había dado pan al pueblo, se levantó con sus nueras y comenzó a caminar para regresar a Judá. En la mitad del camino se quebró el silencio que mantenían las tres, con el pedido de Noemí solicitándoles a sus nueras que regresaran a sus respectivos pueblos. (Rut 1:6-9).
En un primer momento, ambas se negaron y dijeron que continuarían con Noemí. Pero ella insistió, argumentando que no tenía más hijos con quienes se pudieran casar. Todas comenzaron a llorar. Orfa besó a su suegra y regresó a su pueblo. Sin embargo, Rut se apegó a Noemí y nada la hizo cambiar de idea (Rut 1:10-22).
Nada quebró la amistad
Esas tres mujeres son ejemplo de amistades ambiguas. Noemí no quería ser un peso ni obligarlas a seguir el mismo camino, por eso insistió tanto para que cada una siguiera el suyo. Noemí no veía lógico que estuvieran juntas.
A pesar de la primera negativa, Orfa se dejó llevar por su egoísmo, incentivada por las palabras de Noemí. Ella no se contuvo e hizo lo que realmente quería. ¿Estaría ella ahí, en aquel camino junto a Noemí y a Rut, con un sentimiento de obligación, cuando, en realidad, quería trazar su propio destino?
Rut hizo lo contrario a Orfa. Ella no se dejó llevar por las palabras de su suegra y deseó estar con Noemí, con sinceridad; permanecer con ella fuera cual fuera el lugar, y fuera cual fuera la situación. Y Rut, ¿no tendría nada más que hacer o no tendría ambición como para continuar al lado de una mujer con quien no tenía obligación alguna?
¿Orfa o Rut?
Hay muchas “Orfas” y “Ruts” por ahí. Aquellas que valoran y las que no valoran una amistad real, de lazos sinceros y transparentes.
Hay quien se mira solamente a sí mismo, sólo a sus necesidades y voluntades, y toma decisiones, escoge sus caminos; independientemente de lo que eso acarreará en la vida de quien se dice amiga. No hay fidelidad, no hay desprendimiento y no hay amor.
Rut eligió andar con Noemí porque con ella tenía un lazo de amistad verdadera. Aunque tomara caminos diferentes y difíciles, Rut escogió estar al lado de su suegra para al menos, sostener su mano. No es que ella no tuviera ambiciones ni cualquier otra cosa para hacer, sino que su afecto hacia Noemí era tan fuerte que su decisión, su camino y su vida se unieron. Ellas estaban unidas por el mismo deseo, el mismo amor. Había fidelidad.
El andar junto con alguien, como en el ejemplo de estas tres mujeres, significa no sólo andar, literalmente, sino aceptar a la otra persona de la manera que es, apoyarla en sus decisiones, estar cerca. Estar en el mismo camino en una amistad es el simple deseo de tener a aquella persona cerca, como compañera de situaciones, aunque sus elecciones sean completamente diferentes.
Lamentablemente, en los días de hoy, hay muchas más “Orfas” que “Ruts”, aquellas que sólo quieren vivir para sí mismas, sin pensar en la amistad que decían que era tan sincera.
¿Quién es usted? ¿Cómo ha actuado con aquella que dice que es su mejor amiga? ¿Se ha dedicado, ha hecho de sus elecciones las suyas también, o tan solo ha criticado todo lo que hace?
Usted no necesita ser como ella, pensar como ella, actuar como ella. Una verdadera amistad está basada en fidelidad, respeto y amor, no sólo en los caminos que recorrerán.
” El hierro con hierro se afila, y el hombre con el rostro de su amigo. Quien cuida la higuera comerá su fruto, y el que mira por los intereses de su señor recibirá honores. Como el rostro en el agua es reflejo del rostro, así el hombre se refleja en el corazón del hombre.” Proverbios 27:17-19