Lo importante no es lo que las personas piensan de usted, sino lo que usted piensa de ellas.
Usted nunca tendrá control sobre lo que las personas piensan. Son libres de desarrollar cualquier pensamiento que les agrade en sus propios cerebros. Preocuparse por la opinión ajena a su respecto, emitida o no, es como preocuparse por lo que los peces están haciendo en el fondo del mar ahora, en este exacto momento. No va a cambiar nada. Los peces van a seguir nadando y las personas pensando lo que quieran.
Por otra parte, lo que usted piensa de ellas, eso sí importa. Importa porque afecta su manera de actuar. Usted puede comportarse tímidamente o no tomar una actitud con miedo de lo que van a pensar de usted. Importa porque su corazón puede ensuciarse con pensamientos malos sobre ellas. Envidia, resentimiento, malos ojos son solo algunas cosas que surgen como resultado de lo que usted piensa con respecto a ellas.
Por lo tanto, aprenda a cuidarse de lo que usted ha pensado sobre las personas y no de lo que ellas piensan de usted.
(*) Duda aclarada por el obispo Renato Cardoso en su blog.
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