Dalila pertenecía al pueblo filisteo, incluso luchando contra ese pueblo hacía años, Sansón quedó encantado y se casó con ella.
Él era un hombre fuerte, nada ni nadie podría detenerlo. Era un milagro, pues su madre era estéril , pero Dios hizo posible que sea madre (Jueces 13).
Sin embargo, Dalila se dejo inducir por su pueblo. Los filisteos la convencieron de que descubriera dónde estaba la fuerza de Sansón, para que ellos ganaran la guerra (Jueces 16:4-5).
Para lograrlo ella comenzó a preguntarle a Sansón y a persuadirlo de que le contara. Fue insistente y cansadora, al punto de hacerlo confesar que era nazareo, y, por lo tanto, nunca se había cortado su cabello. Así, él quebró la alianza con Dios.
Egoísmo
¿Cuántas mujeres son así? ¿No piensan en los planes de Dios para su marido y quieren interferir?
Las mujeres tienen tendencia a ser persuasivas, por lo tanto, deben tener cuidado para que no aflore su egoísmo.
Dalila solo pensó en beneficiar a su pueblo, a sus amigos y, para eso, engañó, persuadió a su marido. ¿Lo amaba de verdad?
¿Qué ha hecho usted con su matrimonio, con su marido? ¿Ha sido una bendición o trajo maldición a su casa?
¿Usted ha ayudado a su marido a servir al Señor, a ser fiel en sus compromisos, o ha estorbado la vida de él con Dios?
Atención. No se deje llevar por su egoísmo, como hizo Dalila, sino participe de la vida espiritual de su esposo, estando a su lado y no enfrente.