Al revés de lo que muchos imaginan, la fe no tiene nada que ver con la religiosidad. La fe es algo intrínseco al ser humano. Todos – pobres, ricos, judíos, musulmanes, católicos, evangélicos, espiritistas, umbandistas, escépticos, ateos – la poseen.
Algunos llaman a esa fuerza interior optimismo, pensamiento positivo, energía, buenas ondas. No importa el nombre que le den, la verdad es que todo eso se resume en una única palabra: fe.
Tal vez usted diga: Pero el ateo no cree en Dios, entonces, no puede tener fe.
Negativo.
Puede no creer en la existencia de Dios, pero aun así, tiene fe.
¿Parece contradictorio? Sin embargo no lo es.
Vamos al significado de la palabra fe, según la Real Academia Española:
Fe es “ Confianza, buen concepto que se tiene de alguien o de algo; seguridad, aseveración de que algo es cierto…”
En otras palabras, fe es certeza, confianza.
Nuestra vida es un ejercicio continuo de la fe. Es como respirar. Nadie para y dice: ahora voy a respirar. No. Es algo natural.
Lo mismo se da en relación a la fe.
Inclusive el niño, cuando comienza a dar sus primeros pasos, hace uso de esa fuerza invisible. Se cae una vez, dos, tres… Pero no desiste. Insiste, persiste, hasta que finalmente logra caminar. Eso sucede porque dentro del niño existe esa certeza.
Tener fe es creer y luchar por un sueño y tener la seguridad de que más tarde o más temprano se hará realidad. Nadie lucha por algo que no cree.
Cuando un padre de familia sale de su casa a las 5 de la mañana para buscar empleo, está usando su fe. Una madre cuando – aun con el corazón constreñido – deja a su hija adolescente viajar con los amigos, también.
Esa es la fuerza que nos mueve, nos impulsa y nos hace conquistar lo imposible.
Es con la fe y por medio de ésta que vencemos obstáculos y desafíos.
¿Cómo explicar la superación de personas que tenían todos los motivos del mundo para desistir de la vida por estar postradas, infelices, descreídas de todo, pero en lugar de terminar así, sacaron fuerzas de la debilidad para darle un nuevo sentido a la vida, si no fuera por puro ejercicio de la fe?
La fe es el combustible de la humanidad.
Sin la fe no habríamos llegado a la luna. No habríamos descubierto la pólvora, la energía eléctrica, la cura a tantas enfermedades, explorado los mares, en fin. Si no fuera por esa “energía” que late dentro de cada uno de nosotros, habríamos permanecido estancados.
Esa es la fuerza que nos hace levantar todas las mañanas, arremangarnos y salir a la lucha, y creer que así como nace el sol, también renace nuestra confianza.
Dios es tan bueno que no restringió la fe solo a aquellos que creen en Él. Todos, sin excepción, tienen el privilegio de disfrutar de sus beneficios. Por lo tanto, es necesario ejercitarla, de lo contrario no tendrá ningún provecho. Es como tener un tesoro y dejarlo olvidado.
Esa es la razón por la cual muchos están postrados, abatidos, frustrados y desanimados.
En eso vemos la diferencia entre vencedores y vencidos.
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