“En hebreo, el nombre Jacob significa “el que supera, el que vence”. Es decir que Jacob tenía, en principio, el nombre de vencedor. Pero, con el tiempo se fue convirtiendo fraudulentamente en u vencedor.” Fue lo que explicó el obispo Edir Macedo en el comienzo del mensaje, transmitido el pasado martes 25, durante la programación radial de Red Aleluya y de televisión on line en IURD TV.
El obispo aclaró a todos los presentes cuál era el miedo de Jacob y qué fue necesario hacer para vencerlo.
Lea algunos extractos:
“Existen muchos creyentes que, fraudulentamente, se imponen en este mundo, e incluso se convierten en ricos, porque se comportan como Jacob, tienen el mismo carácter que tenía él. Él se aprovechó de la debilidad, de la fragilidad de su hermano, para comprar el derecho de la primogenitura; más tarde se aprovechó de la ceguera de su padre, para hacerse pasar por Esaú, y también engañar a su suegro. Jacob fue muy ávido para conquistar. Él tenía la promesa de Dios, pero aun así vivió y cargó el estigma de su nombre, que entre otros significados, es engañador.
Jacob salió de la casa de su padre huyendo de su hermano, llevando consigo tan solo un cayado y un poco de aceite. A pesar de ser un hombre próspero y muy bendecido, él cargaba en su interior un terror, una desesperación, un miedo. Jacob tenía pavor de tener que encontrarse un día con su hermano. En medio a la desesperación acudió a Dios, ya que no podía acudir a nadie más, no tenía con quién contar en aquel momento. Esa es la realidad de muchas personas que viven en una situación en la que no tienen por dónde salir, están acorraladas, en un callejón sin salida.
La Palabra de Dios dice: “Los tomó, y los hizo cruzar el arroyo, con todas sus posesiones. De modo que Jacob se quedó solo, y un hombre luchó con él hasta la salida del sol. Pero cuando ese hombre vio que no podía vencerlo, lo golpeó en la coyuntura de su muslo, y en la lucha el muslo de Jacob se descoyuntó.” Génesis 32:23-25
¿Cuál era la bendición que quería Jacob?
Él ya era un hombre bendecido, próspero y riquísimo. La bendición que perseguía, con seguridad, era que Dios resolviera el problema entre él y su hermano, que su vida se transformara, y que no siguiese siendo ese que venía siendo durante todos esos años. Tenía las bendiciones, pero no era la propia bendición, ya que si lo hubiera sido no hubiera necesitado luchar con Dios.
Si usted engaña, será engañado. Lo que sembramos también lo cosecharemos. La semilla que sembramos hoy determina los frutos del mañana. Jacob estaba para todo o nada, para la vida o la muerte, porque estaba cansado de ser él, cansado de engañar y ser engañado, cansado de eludir y ser eludido, cansado de hacer lo que no servía, pero también cansado de sufrir sus consecuencias.
La campaña de Israel es para todo o nada, es para ser la propia bendición o desaparecer de la faz de la Tierra. Cuando una persona es indefinida, no sale del lugar en el que está, no conquista, ni con Dios ni con el mal, sin embargo, sufrirá las consecuencias de estar dividida en sí misma. Cuando vamos hacia todo o nada, definimos nuestra fe, tomamos una posición decidida, y es eso lo que agrada a Dios.”