Según el Diccionario de la Lengua Española de la Real Academia Española la palabra reconocimiento significa acción y efecto de reconocer o reconocerse.
Eso fue exactamente lo que Jacob hizo. Después de reconocer que necesitaba ser la propia bendición, él alcanzó de Dios la plenitud que tanto buscaba. Sus miedos y angustias fueron dejados de lado, dando lugar a la conquista.
El obispo Edir Macedo le ha enseñado a los internautas y oyentes que diariamente acompañan los mensajes de fe por IURD TV y por Red Aleluya que cuando hay sacrificio y desapego de las cosas materiales, Dios inmediatamente responde las oraciones hechas por sus hijos, transformándolos en la propia bendición.
“Y llamó Jacob el nombre de aquel lugar, Peniel; porque dijo: Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.”, (Génesis 32:30).
“Lo que estaba en juego era el alma de Jacob, que fue salva. Si analizamos su vida confirmaremos, desde el punto de vista físico, que él era un hombre victorioso. Primero porque conquistó el derecho a la primogenitura, después una familia y, finalmente, la bendición económica. Aparentemente, él era un hombre feliz y envidiable, pero en la práctica no”, explicó.
El obispo destacó incluso que Jacob “prevaleció en su lucha con Dios, dejando de ser Jacob para ser Israel”, porque antes “reconoció que estaba perdido, que era un perdedor, a pesar de conquistar muchas cosas en su vida”.
“Dios permitió que él viviera toda su vida como un perdedor, por tener un carácter engañador. Pero cuando llegó al punto de enfrentar a su hermano, que tanto lo odiaba y quería matarlo, entró en desesperación.
Jacob tenía hijos, mujeres y animales con él. Sus conquistas se resumían en su familia y en sus animales, pero él se desesperó, se angustió al punto de morir. Y después de dejar a sus familiares y animales de lado, se quedó solo y, en ese momento, hizo una oración de humillación pidiéndole a Dios misericordia y compasión. Jacob se inclinó delante de Dios con todas sus fuerzas y de todo corazón. Cuando depositó su vida a los pies del Altísimo, entonces vino un Ángel, que representaba al Señor Jesús, y allí Jacob tuvo un encuentro con Dios, y su alma fue salva. “… Vi a Dios cara a cara, y fue librada mi alma.”, (Génesis 32:30), resaltó.
¿Cómo ha sido su vida?
El obispo Macedo también llevó a las personas a una reflexión sobre sus vidas:
“Dios permite que algunos sean llevados al fondo del pozo, otros al horno de fuego, y también a la cueva de los leones. Él ha permitido que huyamos al desierto como en el caso del profeta Elías, pues, con certeza, Él tiene algo para decirnos, revelarnos y darnos. Dios quiere hacer algo grande en nuestras vidas, pero no podemos hacerlo mientras estemos presos y aferrados a las cosas materiales. Tenemos que estar libres y completamente entregados para que Él pueda usarnos.
Esta campaña del Vado de Jaboc no es como tantas otras campañas. Es especial, es para que las personas adquieran una vida excelente, pues Dios quiere hacer de nosotros la propia bendición. Ahí está la grandeza del sacrificio. Cuando usted coloca su vida en el Altar, será beneficiosos. Jacob dispuso su vida cuando colocó todo en el Altar”, finalizó el obispo.