Mientras que muchos tienen mucho para comer, llegando a darse el lujo de descartar un alimento por no tener el tamaño o apariencia que esperaban; o, habiéndose servido más cantidad de comida de la que podían comer, terminar tirando lo que sobró en la basura, cada noche 870 millones de personas duermen con hambre, en todo el mundo. La cifra corresponde a una persona de cada siete en el universo, según los datos Organización de Naciones Unidas (ONU).
A propia ONU apunta que para solucionar el problema del hambre es necesario que todos los ciudadanos, empresas y gobiernos trabajen juntos, apoyando a pequeños agricultores, brindándoles a los niños nutrición vital, construyendo redes de seguridad alimentaria, proveyendo los alimentos de urgencia, entre otras acciones.
Hace 3 años, durante la Copa del Mundo, todos los reflectores del mundo apuntaban a Sudáfrica. Fue posible mostrar las bellezas naturales del país y la receptividad de su pueblo a los turistas que viajaron al lugar. Sin embargo, todo eso no cambió la realidad de la carencia alimenticia sufrida por su población, así lo muestra un estudio realizado por el Development Bank of Southern Africa. El estudio señala que 12 millones de sudafricanos pasan días sin siquiera una sola comida. En ese caso, el motivo de la falta de alimentación no se debe a que no se produce comida, sino al alto precio de los alimentos, que afecta al sector más pobre de la población. El gasto de una familia en comida, en África, al sur del Sahara, llega a comprometer desde un 30% a un 60% de la ganancia familiar. Las cifras también demuestran que los que pasan hambre son quienes viven en zonas urbanas. Siendo un 80% de la ciudad del Cabo, y el 87% de Msunduzi. En Johannesburgo, capital del país, la investigación reveló que el 43% por ciento de los pobres están desnutridos.
El grupo de la Universal en Sudáfrica, Stop Suffering Help Centre (Centro de Ayuda Pare de Sufrir) no se queda observando la gran necesidad sin hacer nada, al contrario, por medio de acciones de combate al hambre, los voluntarios entrenados y acreditados por el Gobierno distribuyen semanalmente, alimentos, ropa y mantas a las comunidades carentes.
Los voluntarios estacionan el punto de distribución y comienzan la entrega de sopa y pan a los necesitados.
“La donación de pan la cede un supermercado, otra empresa, dona la sopa. Por mes se donan 9,6 mil potes de sopa en las regiones más pobres de Sudáfrica. Cada persona come en el momento y también puede llevarse el alimento a su casa, distribuido en potes”, explica el pastor Saulo de Oliveira, que está al frente de este trabajo social.
En uno de los barrios visitados, Diepsloot, en Johannesburgo, además de la pobreza extrema – ya que en lugar de tener casas de material, la población vive en contenedores viejos –, el pastor afirma que cerca del 40% de las personas están contaminadas con el virus del HIV o sufren tuberculosis.
“Nunca vi una pobreza igual a la que veo aquí. La gente no cuenta con clínicas de tratamiento de salud cerca, viven sin ningún tipo de atención en salud primaria. Recientemente, mi esposa se encontró con un niño frente a un puesto de diarios, mirando una revista de gastronomía e intentando comer la imagen. El niño pasaba la mano sobre la revista y se la ponía en la boca. Algo que le parte el corazón en dos”, comenta el pastor.
Pastor Saulo orientando sobre la necesidad del uso del preservativo y sobre la tuberculosis.
Datos estimativos del gobierno sudafricano indican que 5,4 millones de personas – en un país que tiene 49 millones de habitantes- viven con HIV. Para combatir la enfermedad, el gobierno entrega preservativos a sus habitantes, los que se distribuyen en las acciones de la Universal, un total de 1 millón por mes. También se reparten cartillas y folletos sobre cómo identificar la tuberculosis y evitarla, unida a una orientación y aclaración de dudas.
“El Departamento de Salud de Gauteng (la 2° provincia más poblada de Sudáfrica) aprendió mucho con el Stop Suffering Help Centre en cuanto a la distribución de preservativos en nuestro distrito, ya que las enfermedades sexualmente transmisibles y el HIV han sido un desafío aquí”, dice una parte de la carta oficial enviada a la Universal elogiando a la Iglesia por las acciones realizadas.
Una madre más recibiendo alimentos para su familia.
En esas comunidades, el 80% de las personas están desempleadas, otras decenas son madres adolescentes, que tienen que abandonar la escuela para cuidar a los hijos. El pastor Saulo explica que más que el alimento físico, los voluntarios les presentan el “Pan de la Vida”, que es el Señor Jesús, por medio de palabras de incentivo y coraje. “Queremos que ellos se vuelvan independientes, usando la fe, para que puedan sustentarse a sí mismos y a toda la familia”, destaca el pastor.
Los niños también reciben sorpresas. Recientemente, en esta misma comunidad, los voluntarios organizaron una fiesta, en la que se repartieron caramelos y galletitas. “Muchos de esos niños dependen de la alimentación que reciben en la escuela, ya que los padres no tienen condiciones para darles de comer.”
Los niños celebran los caramelos recibidos durante la fiesta.
Para los organizadores del grupo, todo el esfuerzo para darle un poco de alegría a los sufridos es recompensado con cada gesto de cariño y agradecimiento de las personas beneficiadas. “Personas enfermas, que toman remedios fuertes, desempleados, llegan hasta nosotros para agradecernos, ya que antes no tenían nada qué comer a la noche, pero ahora se sienten tranquilos, pues saben que nuestra ayuda diaria no falla. Si Dios nos llamó, entonces tenemos que hacer la diferencia en este lugar”, finaliza el pastor, sabiendo que la ayuda es de gran valor, aunque, lamentablemente, aun es una gota en el océano, en comparación al gran número de personas necesitadas que viven en Sudáfrica.