“Cualquiera, pues, que Me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.” Mateo 7:24-25
Las palabras del Señor Jesús resuenan hasta hoy en nuestros oídos como una importante – y difícil – tarea. ¿Cómo tener cuidado de que la casa esté edificada sobre la roca firme y no sobre la arena engañosa que nos derrumbará?
Muchas personas, aun viviendo en la fe, confunden las prioridades. Eso es natural cuando vivimos en un mundo que nos brinda tanta información.
Debemos construir nuestra vida sobre bases sólidas y fundamentadas en la fe y en las enseñanzas del Señor Jesús.
Claro que no está mal pensar en el bienestar físico, pero debemos tener siempre en mente que esa no es la prioridad. La prioridad es, como dice el mandamiento, amar a Dios sobre todas las cosas. Y así amarnos a nosotros mismos y al prójimo, luchando por un mundo mejor.
No importa cuántos planes tenemos para la vida material: tener un buen empleo, una buena casa, vivir con confort, construir una carrera profesional respetable… Nada de eso servirá si no somos maduros espiritualmente. ¡Porque nuestro mayor proyecto debe ser nosotros mismos!
Vea el ejemplo de Jacob. El hombre luchó por su vida, por su amor y por sus bienes. Construyó una vida respetada por los demás, una familia amorosa y se convirtió en un gran propietario de tierras y animales. Aun así, no estaba satisfecho. Fue necesario que se desarrollara una batalla interna y se estableciera un diálogo directo con Dios para que se convirtiera en un hombre verdaderamente realizado. Israel, su nuevo nombre, aprendió que de nada valen los planes externos cuando el interior de un hombre no está completo.
Cuando la lluvia cae, los ríos se desbordan y los vientos soplan, solamente quien se estableció sobre las firmes orientaciones del Padre mantendrá su casa a salvo. Fue lo que Jacob hizo.
Haga planes, sueñe, luche por ellos. Pero, antes que nada, luche por una nueva identidad personal y espiritual.