Los Diez Mandamientos, o Decálogo, es el nombre comúnmente dado al conjunto de leyes escritas por Dios en dos tablas de piedra y entregadas al profeta Moisés en el Sinaí, cuando conducía al pueblo elegido por el desierto rumbo a la Tierra Prometida después de la esclavitud en Egipto.
Los Mandamientos son enumerados en Éxodo 20:1-17. Las palabras talladas en roca resumen la Ley Mosaica (relativa a Moshe: Moisés, como es traducido del hebraico), o simplemente la Ley, como es referida en la Biblia y en textos relativos a ella.
Los cuatro primeros mandamientos se refieren directamente a la relación del hombre con Dios, mientras que los seis restantes se refieren a la relación del hombre con sus semejantes. Antes de que pensemos en los Decálogos como un simple código de reglas sociales, como cristianos, debemos verlo como un “manual de instrucciones” para una vida libre de la esclavitud del pecado. Es una relación directa de causa y efecto.
Al recibir Moisés la Ley y transmitírsela al pueblo, fue solemnemente establecido un pacto, una alianza (por lo tanto, bilateral) entre Dios y el pueblo de Israel. Los hebreos no seguían por el desierto solamente en el sentido de ir de un punto geográfico a otro. Una nueva sociedad, una nueva nación estaba surgiendo aún en el camino, lo que pedía reglas para su debido mantenimiento. Con la Ley Mosaica, fueron creados no solo poderes políticos de control, sino también límites a ellos. Además de eso, ella instituyó que Dios era el gobernante mayor de Israel, aún antes que los líderes humanos, aún antes que Moisés, que Lo servía. Ni siquiera esos líderes, así como los siguientes, podrían desobedecer las normas. El Decálogo ya versaba sobre cuestiones jurídicas y sociales relativas a toda la Historia hasta hoy, como trabajo, familia, educación, cultura, honestidad y varias otras.
La base del Derecho moderno estaba escrita en esas dos placas rocosas de los Diez Mandamientos. Podemos decir que les debemos a los hebreos la primera idea de lo que hoy conocemos como constitucionalismo.
Deuteronomio: la “Copia de la Ley”
El Pentateuco, el conjunto de los primeros cinco libros de la Biblia, tiene autoría atribuida a Moisés. En el último libro, Deuteronomio, están los discursos del profeta al pueblo durante el viaje por el desierto después del cautiverio egipcio. Todos esos discursos versan sobre las Leyes descriptas anteriormente en Éxodo, detallando el Decálogo, desmenuzándoselo al pueblo, que a su vez guardaba la Ley y se la retransmitía por la tradición oral a los descendientes.
Podemos decir, de manera simplificada, que los Diez Mandamientos son el conjunto de reglas bajo las cuales la nación israelita se afirmó.
Para que tengamos una idea de la influencia de la Ley Mosaica tanto en Israel como en la moderna sociedad occidental, sobre todo por la difusión del cristianismo, su base es prácticamente la misma, con algunos cambios. La pena de muerte, por ejemplo, era muy común en la Antigüedad Oriental (por apedreamiento, horca u hoguera), hoy aún adoptada en algunas naciones. Había mucho del “ojo por ojo” del Talión en la “Ley Vieja”, como también era llamada antes de la venida del Señor Jesús. “Y no le compadecerás; vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie.” (Deuteronomio 19:21) Con el tiempo, sus adaptaciones en la formación de otros Estados disminuyeron tal rigor. En la propia época del Antiguo Testamento, existían dispositivos legales para diferenciar el homicidio doloso (intencional) del culposo (involuntario), que eran las Ciudades de Refugio.
(*) Acompañe la tercera parte la próxima semana