El día comienza y allí está él nuevamente. Ya perdió la cuenta de cuántas centenas de veces fue y volvió, picoteando en su nueva casa un poco más de barro húmedo. Hasta hace poco, la hembra lo estaba ayudando, yendo y volviendo, una incontable cantidad de veces.
El hornero es conocido por ser un pájaro trabajador e inteligente, ya que para proteger a su familia construye su propia casa a prueba de correntadas de viento y las adversidades que eso puede ocasionar. Mientras edifica el hogar, canta a dúo en compañía de su compañera, que a su vez, siempre está a su lado. La pareja nunca se deshace.
El matrimonio es fiel. El macho no codicia a la hembra de su prójimo y la hembra no traiciona a su compañero. Están todo el tiempo compartiendo responsabilidades, inclusive la de criar y cuidar de sus hijos. Más que un compromiso asumido, la fidelidad es sinónimo de confianza.
“Yo soy muro, y mis pechos como torres, desde que fui en sus ojos como la que halla paz.” Cantares 8:10
Al igual que para los pájaros, para los humanos, la confianza es algo que no se puede disimular. Cuando se confía, se tiene la certeza y la plena seguridad de que se puede contar con el otro para lo que sea, y en cualquier momento. Aquel que actúa la fe es osado y conquista lo que desea, consigue establecer una relación verdadera, y lo más importante: logra mantenerla.
“Bienaventurado el hombre que puso en el Señor su confianza, y no mira a los soberbios, ni a los que se desvían tras la mentira.” Salmos 40:4
Muchos quieren tener su casa, su hogar, pero no quieren tener el trabajo de construir las bases necesarias con sus propias manos. La voluntad de Dios es que conozcamos y entendamos la verdadera felicidad de edificar algo con quien amamos. Pero, para eso, debemos aprender a enfrentar cualquier adversidad en el matrimonio, con confianza, solidaridad y fidelidad entre ambos.
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