¿Cómo puede alguien tomar control de un colegio y aterrorizar a niños en nombre de la justicia? ¿Cómo puede una niña inocente crecer y convertirse en prostituta y asesina? O ¿cómo pueden dos jóvenes que tienen un enorme potencial, suicidarse juntos? Nada justifica lo que hicieron, pero tampoco es correcto decir que nada justifica lo que hayan pasado. El mundo entero está espantado con lo que esas ovejas negras han hecho. Productores de películas dieron a esta joven prostituta y asesina el nombre de “monstruo”, y la muerte de dos jóvenes inglesas se convirtió en noticia en Inglaterra. Sus malas actitudes eran reacciones a la injusticia que sufrieron durante su vida, formando un círculo vicioso. Hay personas que pasan por injusticias desde muy temprana edad y, por eso, obran injustamente con otras personas. Este círculo se repite a través de cada generación, década, siglo.
Cuanto más intentemos vivir según lo que consideramos que es mejor, justo y correcto, para llegar a marcar la diferencia algún día, más lejos estaremos de Dios. No es que Él no quiera que tengas tus propias opiniones y puntos de vista, sino porque Él sabe qué es lo mejor para tu vida. A fin de cuentas, ¿cuántos años tenemos?, ¿podríamos compararnos a Alguien que ha estado aquí desde el principio?
Cuando leemos sobre esas mujeres, tendemos a juzgarlas, pero la realidad es que ellas sufrieron injusticias. Dios estuvo con ellas en todos los momentos, pero ninguna clamó por Él. No creyeron que Él podría cambiar aquella situación y prefirieron culparlo, pensando que habían nacido para sufrir. Dios es Justo y Su voluntad es para nuestro bien. ¿Crees en esto? Si dices que sí, pero a menudo te enfadas con Él y piensas en desistir, tu respuesta es no, no crees que Él esté a tu lado y que quiera lo mejor para ti.
¿Te acuerdas cuando eras joven y odiabas las decisiones que tus padres tomaban por ti? Si hoy eres adulta, probablemente agrade-ces a Dios por aquellas decisiones, pues en aquel momento, pensabas tener la razón, pero ahora entiendes cuál era el grado de tu inmadurez. Ahora multiplica esas experiencias por cien y, eso es lo que vivirás con Dios.
Él sabe qué es lo mejor para ti. Es inútil pensar en desistir o sentir rabia, haciendo que la vida de los demás sea aún más difícil debido atas actitudes negativas. Tu hijo no tiene la culpa de la separación de tu marido, no es culpa de tus padres que no hayas tenido éxito en tu vida y, por encima de todo, no es culpa de Dios. Entonces acércate a Él y déjale que te ayude. Dios hará justicia en tu vida y te mostrará por qué has sido cuidadosamente escogida desde el vientre de tu madre.
Extraído del libro “Mejor que Comprar Zapatos” de Cristiane Cardoso