Sensible:
1. Aquél que es fácilmente afectado por cualquier cosa.
2. Aquél que fácilmente se ofende o se enfada.
3. Aquél que es capaz de medir con precisión.
Algunas mujeres buscan hombres sensibles, otras dicen con orgullo que son o que les gustaría ser aún más sensibles. Pero si analizamos la definición de la palabra “sensible”, llegaremos a la conclusión de que ser sensible tiene sus “pros” y sus “contras” — lo que requiere de nosotras, mucha vigilancia.
La mujeres pueden ser muy sensibles de vez en cuando, ya sea por un comentario, por algo que pasó sin ser planeado, o simplemente por estar en uno de aquellos días del mes en que la vida parece ser tan injusta… No hay nada equivocado en ser sensibles a ciertas cosas de la vida, como las que están relacionadas a las necesidades de nuestros familiares. La mayoría de las veces ellos no lo dicen, pero están necesitando amor, cuidados, atención, etc. Si no somos sensibles a sus necesidades, acabaremos por no hacer lo suficiente para ayudarlos — por más que lo intentemos. Hay circunstancias en la vida que necesitan sensibilidad por nuestra parte, especialmente de nosotras, mujeres. Aun así, respecto a los problemas, nuestra actitud debe ser completamente contraria. ¡No podemos vencer un problema actuando con sensibilidad! Los problemas son situaciones persistentes que nos causan desánimo extremo; pueden ser dolores, conflictos en la adolescencia, vicios, etc. Siempre que lidiamos con nuestros problemas con un corazón sensible, acabamos sintiendo pena de nosotras mismas — y ésta es una de las peores cosas que puede pasarnos. Queremos que los otros también se compadezcan de nuestra situación, y cuando eso, no sucede, nos sentimos peor todavía, pues tenemos la sensación de que nadie nos comprende o nos ama, que no tenemos valor etc. La lista de pensamientos negativos es interminable y, entonces, damos el siguiente paso: comenzamos a reclamar. Exactamente como dice la Biblia: “Gotera continua en día de lluvia y mujer rencillosa, son semejantes” (Proverbios 27:15). Algunas de nosotras están en un nivel tan avanzado en el arte de reclamar, que no es de extrañar que se sientan tan aisladas. ¿Quién puede soportar ese tipo de actitud? Cuando sentimos pena de nosotras mismas, nos quedamos ciegas. No conseguimos divisar el causante de nuestros problemas y la manera en cómo debemos lidiar con ellos; al contrario, acabamos por culpar a los otros y a nosotras mismas — lo que evidentemente no resuelve los problemas. Es muy triste saber que hay muchas mujeres que no entienden eso, mujeres de todas las edades, jóvenes y mayores, que simplemente no reconocen lo equivocadas que están al ser sensibles a las cosas que requieren una actitud totalmente contraria: insensibilidad, resistencia, severidad, etc. Debilidad, errores, injusticias y problemas necesitan una actitud severa, lo que significa que necesitamos ser fuertes, independientes de la compasión de los otros y está siempre en la fe.
¿Cómo podrá una persona usar la fe sintiendo pena de sí misma y siendo sensible a sus problemas? ¡Es imposible! La mujer que tenía un flujo de sangre durante 12 años oyó hablar de los milagros del Señor Jesús y creyó. No le importó el hecho de que tenía que caminar debajo del sol con toda aquella ropa atada a la cintura. Todo lo que quería era ser curada.
Ella dijo: “Si tan sólo toco sus ropas, sanaré” (Marcos 5:28). Muchas de nosotras se habrían quedado en casa esperando la visita de un pastor o un obrero; y sí eso no sucediese, reclamarían al obispo. Cuando aquella mujer tocó en las ropas del Señor Jesús, fue inmediatamente curada. Fíjese que no necesitó de una atención especial para que esto ocurriese y no reclamó al ser empujada por otras personas que también querían ver a Jesús. La verdad es que no exigió Su atención; ella usó la fe inteligente. Estaba cansada de ser víctima de una enfermedad que ya duraba 12 años. Decidió ser insensible y, así, consiguió usar la fe y ser totalmente curada. ¿Y tú? ¿Hasta cuándo sentirás pena de ti misma?
Fragmento del libro “Mejor que Comprar Zapatos”, de Cristiane Cardoso | Foto: Thinkstock
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