Mientras tanto, en Argentina, una ONG en conjunto al Centro de Informaciones de Naciones Unidas publican una estadística escalofriante, cada 35 horas asesinan a una mujer. En los últimos cinco años 1.432 mujeres murieron en el país a causa de la violencia de género, delito que dejó sin mamá a 1.520 niñas y niños. En tanto, entre enero y septiembre de 2013 suman 209 los asesinatos, reveló la investigación.
Asimismo, el informe analizó que el 63 por ciento de los femicidios fueron cometidos por parejas o ex parejas y el 58 por ciento de ellos ocurrieron en el hogar.
Otro dato que se destacó en el relevamiento es que el 5,8 por ciento de los agresores pertenecían o pertenecieron a fuerzas de seguridad.
En Londres, Inglaterra, una organización social de pidió realizar una investigación para llegar al perfil de un hombre violento y la publicó. El Centro para Niños y Familias del Sistema Judicial – creado para dar asistencia a menores que estén involucrados con la Justicia y sus familias (ya sea como víctimas, autores o testimonios de crímenes, o que estén en el proceso de tenencia, entre otros casos) – expuso al público algunas características que pueden identificar a un autor de violencia familiar. La institución destacó que no todos los que coincidan con alguna de las características pueden llegar a cometer actos violentos. Sin embargo, da a conocer que conviene estar con los ojos abiertos.
La primera característica citada es una de las más evidentes: el control. El control es evidente en actitudes como en críticas constantes, ofensas y el dominio de la economía de la familia. En lugar de ser el principal o el único proveedor, usa el poder del dinero con tiranía. Con el tiempo, ese carácter controlador puede agravarse cuando la esposa intenta ser independiente, trabajando o retomando los estudios, por ejemplo.
Ese tipo de hombre tiende a creer que tiene privilegios especiales sin que le correspondan responsabilidades o deberes. Cuando tales privilegios no son satisfechos, tiende a justificar la violencia como autodefensa, creyéndose una víctima de las circunstancias.
El egocentrismo está presente. Muchas veces, el hombre violento espera ser siempre el centro de atención en casa, al punto de creer que los demás miembros de la familia tienen que anticiparse a sus necesidades. Tiende a ignorar lo que dicen las demás personas de la casa.
Él se cree superior. Eso se nota cuando el hombre, tiende a despreciar a la esposa, considerándola ignorante, un objeto sexual o solo alguien que debe servirlo.
El sentimiento de posesión está exacerbado. Él cree que la esposa y los hijos son de su propiedad.
Muchas veces, justifica actos violentos como actos de amor. Un tema polémico, pero real.
Es manipulador. Distorsiona la realidad para quien está afuera de la situación. Hace que prevalezca su imagen de buena persona, y llega a acusar a su esposa de insana o, incluso, de violenta.
Se contradice tanto en su comportamiento como en sus acciones. Dice una cosa, mientras hace otra. Es común también que critique en público a otros hombres que practican violencia doméstica. En suma, un hipócrita.
Él no asume las responsabilidades de sus actos. Las transfiere, principalmente, a las mujeres, o intenta justificarse con algunos factores externos, como el estrés causado por el trabajo. Claro que cualquier persona en el límite del estrés puede cometer ciertos excesos y fallas, el problema es cuando el estrés es sólo una excusa, y no la causa real.
Invertir la culpa es también algo frecuente. Puede llegar a decir que la víctima inventó la agresión sufrida para perjudicarlo. Al mismo tiempo, también tiende a minimizar los daños causados, rehusándose a reconocer su comportamiento violento, con excusas como “ella se cayó” o “eso es solo un rasguño”.
Agresión en serie. El hombre violento generalmente es reincidente – no fue víctima de malos tratos, sólo una mujer con la que se relacionó. Es muy diferente a un caso aislado de quien perdió la cabeza, sin embargo, eso tampoco justifica la violencia.
En todas las características citadas por la organización londinense, queda bien claro un tema: la línea entre un hombre con pensamientos machistas y uno que llega a ser violento física o psicológicamente es muy tenue.
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