Isaías vivió entre los años 765 y 681 antes de Cristo (a.C.), aproximadamente, el período que comprendió los reinados de Uzías, Jotam, Acaz y Ezequías, época en la que Samaria fue destruida por Asiria, y en la cual Jerusalén resistió al sitio de los soldados de Senaquerib (701 a.C.).
Su nombre significa “Dios ayuda”. Recibió el llamado para ser profeta por medio de una visión del trono de Dios, cercado por ángeles, uno de los cuales voló hasta él con un carbón encendido del altar para purificar sus labios del pecado, después, oyó la orden del Señor para llevar Sus preceptos al pueblo.
En una de sus profecías, en la época de Ezequías, habló del juicio de Dios con respecto a los pecadores de Israel, de Judá y sus alrededores. Luego (a partir del capítulo 40), en el libro que lleva su nombre en la Biblia, muestra el otro lado del amor que Dios ofrece a Sus hijos: perdón y esperanza.
Isaías es el profeta que más habla de la venida del Señor Jesús. Deja bien claro, en el capítulo 53, que el Mesías sufriría y Se sacrificaría por la humanidad, por sus pecados.
Era uno de los mayores combatientes contra la hipocresía entre el pueblo que frecuentaba el Templo de Jerusalén. En una crítica feroz a la religión vacía basada en ritos, sin un compromiso real con Dios y Su obra; defendía que era de suma importancia no solo oír la Palabra, sino también obedecerla, ponerla en práctica. Llegó a comparar a Jerusalén con Sodoma y Gomorra, debido a la intensa iniquidad de la época (Isaías 1:10-13; 16,17). Ya en esa época, criticaba las actitudes de los que se enriquecían a costas del duro trabajo ajeno, la deshonestidad y a los que practicaban falsas enseñanzas (Isaías 5:8-24).
El profeta Isaías era uno de los mayores defensores de que la fe en Dios fuera puesta en práctica, fue un estilo de vida real, en lugar de ser solo una máscara que diera estatus.
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