En los últimos años, la diabetes se volvió en la Argentina y en el mundo un problema de salud pública con proporciones de pandemia. En el día mundial de la Diabetes, celebrado todos los 14 de noviembre, la Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta que en el mundo hay más de 350 millones de personas que padecen esta enfermedad.
La cifra no es menor si se toma en cuenta que son individuos con una enfermedad crónica que produce altos costos en los servicios de salud y que cada vez es mayor su prevalencia. Proyecciones globales calculan que, para el año 2030, 438 millones de personas padecerán esta afección, la cual aparece cuando el páncreas no produce insulina suficiente o cuando el organismo no utiliza eficazmente la insulina que produce.
En Argentina, se estima que hay dos millones y medio de personas con diabetes. La proyección para el año 2020 alcanzaría a 4 millones de argentinos, lo que significaría una prevalencia del 9,6%. Otro dato importante es que los resultados de las campañas de detección de la diabetes oculta indican que el 50% de las personas con diabetes desconocen que tienen la enfermedad y, por lo tanto, no reciben tratamiento. En este sentido, es fundamental llevar adelante un abordaje y tratamiento multidisciplinario en el cuidado de los pacientes con diabetes.
Enfermedad crónica
“La diabetes es una enfermedad crónica que incapacita al organismo para utilizar los alimentos adecuadamente. Al ingerir los alimentos, estos se descomponen convirtiéndose en una forma de azúcar denominada glucosa, que es el combustible que utilizan las células para proveer al organismo la energía necesaria. Para metabolizar la glucosa adecuadamente, el organismo necesita una hormona producida en el páncreas llamada insulina”, explicó la doctora Luján Forti del Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA), cardióloga especialista en diabetes.
Así, la insulina trabaja permitiéndole a la glucosa ingresar en las células para que estas la utilicen como combustible, manteniendo a su vez los niveles de glucosa en sangre dentro de un rango normal (70 a 110 mg./dl). Las personas que no producen suficiente insulina para metabolizar la glucosa tienen diabetes tipo 1, que por lo general se diagnostica en la infancia y para vivir requiere de la aplicación de insulina.
“Por otro lado se encuentra la diabetes tipo 2 que es la más frecuente (90%), en la cual el organismo produce insulina pero esta no trabaja eficientemente, por lo tanto la glucosa no puede ingresar en las células para ser transformadas en energía y se acumula en la sangre en niveles elevados, que dañan las arterias. La diabetes tipo 2 generalmente se diagnostica tarde, alrededor de un 30 a 50% de las personas desconocen su problema por meses o años. En los estudios de sujetos con diabetes recién diagnosticada, ya tienen enfermedad cardiovascular entre el 20 y el 30%, entre otras alteraciones”, agregó la especialista.
La importancia de la prevención, el diagnóstico temprano y un tratamiento integral se evidencian con los costos directos que produce la enfermedad. Se estima que la diabetes consume entre el 2,5 y el 15% de los presupuestos de salud de los países. Por ejemplo, si se toman en cuenta 500 mil beneficiarios de una prepaga y se calcula que el 8% tiene diabetes, se podría llegar a hablar de un costo total por complicaciones que asciende a los 85 millones de pesos. En el caso del tratamiento, el costo total se incrementaría a 515 millones de pesos. Del mismo modo, un mejor control puede reducir el riesgo de complicaciones a largo plazo, tales como: enfermedades vasculares periféricas, microvasculares, insuficiencia cardiaca, ACV, entre otras.
“Los problemas me arrinconaban, pensaba en la muerte como opción”
Los problemas económicos que atravesaba Eduardo repercutieron en su familia, debieron enfrentar la dura realidad de vivir en la miseria. Ermelina estaba deprimida por la situación que vivía en su salud, ya que tenía que enfrentar todas las complicaciones que le provocaba la diabetes y porque su matrimonio estaba destruido por los celos descontrolados y las agresiones. Quería terminar con todo para dejar de sufrir. “Mi salud se veía afectada por la diabetes, que sumada a las discusiones con mi esposo me hacían pensar que la vida ya no tenía ningún sentido”, cuenta, recordando esos momentos tristes.
En medio de ese caos vieron la programación de la Universal y se acercaron buscando una salida. Al participar de las reuniones determinados experimentaron el poder del Dios Vivo, el Único capaz de transformar cualquier situación. Perseverando en las cadenas de oración con toda su fe Ermelina fue sanada, ambos fueron libres de la depresión y de los pensamiento de muerte. Su matrimonio, que estaba al borde de la separación fue restaurado, lograron tener una vida de calidad y disfrutar de la felicidad de estar juntos. La realidad que hoy vive esta familia es completamente diferente de aquellos días porque decidieron luchar de la mano de Dios por un futuro mejor y lo lograron.
Extraído El Universal y La Nación
[fotos foto=”Thinstock y El Universal”]
[related_posts limit=”7″]