No es difícil notar a las personas felices y sonrientes en la vida cotidiana. Otras, al contrario, nunca están satisfechas y siempre cargan consigo pensamientos negativos y tristes. Vivir esperando que algo pueda salir mal o imaginando que cosas malas pueden suceder en cualquier momento, no es sinónimo de éxito o conquistas. Es sinónimo de derrota.
El pesimismo también está presente a diario y nunca pasa desapercibido. Es capaz de destruir ideas positivas, señalar los obstáculos e, incluso, anular proyectos. Personas así solo ven las adversidades, y eso puede paralizarlas en la búsqueda de sus propios objetivos de vida. Están en todos lados, sea en la familia, o en el ambiente de trabajo. Pero es necesario no dejarse llevar por los pensamientos y opiniones derrotistas.
Tan importante como reconocer a una persona derrotista y negativa, es saber que ese tipo de comportamiento no es permanente o inmutable. Usted puede y debe dejar de ser pesimista, si ese fuera su caso. Según la psicóloga Naura Stella Matiussi, es perfectamente posible aprender a ser optimista. “Pero no es algo instantáneo. Es un proceso gradual. Las personas no nacen optimistas ni pesimistas, sino que aprenden a serlo a lo largo de los años. Puede decidir cambiar el comportamiento, gradualmente, ejerciendo la autodisciplina. Es una cuestión de elección consciente, identificando el problema y tomando actitud.”
Es importante reconocer el mal hábito y decidir cambiarlo. La psicóloga explica que es posible ejercer el control sobre nuestros pensamientos, descartando lo que es perjudicial y reteniendo lo que es bueno. “De la misma forma que limpiamos nuestra casa para evitar el caos, la ‘limpieza mental’ debe ser un ejercicio diario.” Manténgase concentrado en las cosas correctas, en sus planes. No piense que sus proyectos son imposibles. En lugar de perder el tiempo imaginando que no van a funcionar, fije metas y formas de acción. Sea perseverante, proactivo y siempre piense en positivo.
El optimismo siempre está acompañado por la pro actividad, de acción e iniciativa. Para el optimista, el fracaso es temporario y se puede revertir. Para el pesimista, es algo permanente o difícil de modificar. “Sucedió porque tenía que suceder” o “eso no va a cambiar nunca” son frases típicas de personas que creen que nada es bueno o que todo está condenado al fracaso. Los obstáculos van a existir, pero es necesario enfrentarlos como desafíos que se deben superar. No son barreras invencibles.
Esto lleva a una conclusión a la Lic. Naura, “ser pesimista es la peor elección.” “Al ver siempre el lado malo de las cosas, se acumula basura psíquica, lo que afecta la salud. Innumerables estudios comprueban que la recuperación de personas enfermas, se ve perjudicada por la actitud pesimista”, destaca. Pesimismo, preocupación excesiva y estrés contribuyen para un mayor riesgo de problemas cardíacos.
Eso es lo que asegura un estudio realizado por la Universidad de Pittsburgh, Estados Unidos, que evaluó a 100 mil mujeres durante 8 años. La investigación asoció el pesimismo a una menor expectativa de vida, a problemas físicos como resfriados, y a problemas mentales como la ansiedad e incluso, la depresión. Se observó que las personas optimistas viven más y mejor. “En los optimistas, el sistema inmunológico reacciona adecuadamente y los medicamentos alcanzan su objetivo. El cuerpo humano no está separado de los sentimientos y emociones. Si uno de los dos está desequilibrado, la salud se verá afectada como un todo”, afirma Naura.
Crea que es posible encontrar soluciones para los problemas. Tenga coraje para enfrentar cualquier situación de forma positiva e inteligente, preservando la salud. “Ser optimista no es creer, ingenuamente, que todo está siempre bien. Circunstancias favorables son óptimas, pero existen días difíciles, forman parte de la vida y tenemos que enfrentarlos de la mejor forma. El estado de paz interior y la actitud frente a los problemas son responsabilidades individuales”, concluye la psicóloga.