Una desilusión, un fracaso, un rencor. Sentimientos generalmente relacionados a alguna actitud negativa que otra persona tuvo con nosotros. A pesar de las dificultades que enfrentamos para olvidar las ofensas que sufrimos, la grandiosidad del perdón vence cualquier obstáculo. Pero, ¿y cuando el perdón debe ser concedido a nosotros mismos?
El actor norteamericano Philip Seymour Hoffman, de 46 años, fue encontrado muerto recientemente en su departamento en Manhattan, en la ciudad de New York (Estados Unidos), por una supuesta sobredosis de heroína. Él, que ya había sufrido anteriormente con ese vicio, permaneció 23 años lejos de las drogas, sin embargo, hace 2 años tuvo una recaída. Desde entonces, venía luchando contra ese mal.
Mientras que estuvo liberado del vicio, Seymour conquistó una familia; junto a la mujer que amaba, tuvo tres hijos. Más allá de eso, obtuvo un rotundo reconocimiento profesional como actor. Pero, hace 3 años, su esposa le pidió que se fuera del hogar de la familia, pues no quería que los hijos presenciaran a su padre siendo rehén de la dependencia química. Una manera de incentivarlo a querer reconquistar su papel en la familia.
También llegó a internarse en una clínica de rehabilitación, a mediados del año pasado y, recientemente, le declaró a sus amigos que el vicio de la heroína lo iba a matar. “Si no paro, sé que voy a morir”, dijo. Hace algunas semanas, ya se veía muy descuidado, no quería conceder más entrevistas y, además de la heroína, estaba tomando excesivamente.
¿Él desistió? ¿Por qué?
Aun con ayuda especializada, Seymour no se recuperó del vicio que sabía que podría quitarle su propia vida. ¿Qué es lo que faltó esta vez para que lograra superar el problema? En una entrevista al comienzo del año, el actor reveló que se identificaba con la personalidad de uno de sus recientes personajes en el cine, un hombre bastante solitario y obsesivo, motivado por la vergüenza de un fracaso, que no se perdonaba sobre muchos aspectos. Y él incluso parece que no se ha perdonado por la recaída.
Para conseguir arrepentirse y perdonarse, primero la persona necesita reconocer las consecuencias de su comportamiento, como el alejamiento de su familia, por ejemplo. La experiencia de sus actos, aunque sea dolorosa, ayuda a despertar el deseo de cambiar.
El obispo Edir Macedo enseña que proteger la fe debe ser el principal objetivo de todo ser humano. “Es la fe lo que nos mantiene vivos, que nos hace conquistar lo más valioso en este mundo: la Salvación. El diablo, sabiendo esto, busca neutralizar esa convicción con las dudas, pues si usted tiene la consciencia contaminada, entonces está débil y termina perdiendo hasta lo que tiene”, afirma el obispo.
Fue lo que le sucedió al famoso actor de cine, que sin lograr reconocer sus actos y perdonarse, terminó perdiendo su propia vida.
[fotos foto=”Reproducción”]
[related_posts limit=”7″]