“Hola obispo, entré al sitio Arca Universal y estaba leyendo las dudas aclaradas por usted y también quiero un consejo.
Soy muy religiosa, tengo a Dios en mi corazón y Le agradezco por todo. Quiero ir a la iglesia, pero tengo mucho miedo de todo, porque siempre pensé en volverme a Dios, pero soy casada y estoy económicamente quebrada. Nunca consigo dinero, y cuando lo poco que tengo se termina, mi marido se estresa mucho, directamente no duerme y, a veces, no habla conmigo a causa de eso.
Obispo, yo sé que tengo que aconsejarlo, diciéndole que un día todo cambiará, pero pasan los años y la situación no mejora un 100%. Ya no sé más que hacer. A decir verdad, estoy muy perdida.
Giovana Janeczko.”
Respuesta:
Giovana, uno de los mayores problemas que usted enfrenta está exactamente en el hecho de ser una persona muy religiosa. La religión no cambia la vida de nadie, al contrario, hace que el ser humano crea que la desgracia, la miseria y las enfermedades son pruebas de Dios. Ahora bien, Dios es Padre. ¿Y cuál es el padre que es feliz viendo el sufrimiento de su hijo?
Afirma tener a Dios en su corazón, pero la persona que tiene Su Espíritu no vive atemorizada y resignada como usted se encuentra, imaginando que un día las cosas mejorarán automáticamente. Actuando así, su vida solo tiende a empeorar a cada día.
Amiga, tiene que indignarse con la situación que está viviendo, pues el Dios a quien yo sirvo es mayor, mucho mayor que todos sus problemas. Él puede cambiar esa situación y eso depende exclusivamente de usted. Tome la decisión más correcta de su vida: busque la Universal más cercana a su domicilio y participe en las reuniones de liberación los viernes, para liberarse del miedo, de la angustia y de la duda que la han dominado.
Le recomiendo también que busque el revestimiento del Espíritu Santo, los miércoles y los domingos, y Dios transformará su vida, dándole condiciones espirituales para que pueda ayudar a su marido. La Palabra de Dios afirma: “… cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.” (Hechos 16.31)
Quédese con Dios.
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