¿Ya se sintió frustrado por haber donado algo a favor de una causa y darse cuenta que no todo lo que donó llegó al destino que aparentemente esperaba? ¿Arrepintiéndose de hacer la donación si la institución o el “beneficiado” líder de la campaña no le dieran alguna recompensa o le pagaran por su esfuerzo? Si la respuesta es sí, no es el único.
Una investigación realizada por la Universidad de Yale, en los Estados Unidos, detectó que las personas ven como inmoral a quien, de cierta forma, lucra o desarrolla trabajos filantrópicos para otras personas, lugares o causas. Tampoco les simpatiza quien se ofrece con segundas intenciones, sacando su propio provecho. Según uno de los líderes del estudio, el psicólogo George Newman, “las personas pueden actuar de manera muy negativa ante las iniciativas de caridad observadas como no tan auténticas como parecían.”
Los investigadores sometieron a personas a analizar algunas situaciones. En una de ellas, un hombre quería impresionar a una mujer, y decidió ser voluntario en el lugar en donde la muchacha trabajaba. A un grupo de participantes, le dijeron que ella trabajaba en un refugio para gente sin hogar. A otros, en una cafetería. A un tercer grupo, le presentaron dos situaciones.
La mayor parte de las personas desaprobó la actitud de interés en el caso de la muchacha que trabajaba en un refugio. Este caso fue considerado un poco menos inmoral respecto al de la cafetería.
Los participantes, los cuales se le presentaron los dos casos, sin embargo, en su mayoría, consideraron que en el caso del refugio, fue mejor que el muchacho se ofreciera a ayudar a alguien – aun con segundas intenciones – antes que no ayudar a nadie, pero lo consideraron inmoral en ambas situaciones. Los científicos llamaron a la práctica de “caridad manchada”, “altruismo contaminado”.
El resultado fue el mismo en otras experiencias. Los participantes no veían con buenos ojos a quien lucraba con campañas filantrópicas, en vez de lucros en un negocio normal. Y casi todos se mostraron menos propensos a la donación cuando notaron otros intereses más allá del de beneficiar los verdaderos objetivos de las campañas.
El resultado general fue el de considerar que el “altruismo contaminado” es peor que simplemente no hacer nada para ayudar a alguien.
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