La población de Bogotá, en Colombia, ahora tiene una bella obra arquitectónica para sentirse orgullosa, pues el nuevo templo de la Universal, construido en la Avenida Caracas y 1° de Mayo, fue inaugurado por el obispo Edir Macedo, el domingo 16 de febrero, con la presencia de más de 8 mil personas. Ellas estuvieron presentes divididas entre las reuniones especiales a lo largo del día.
Durante el encuentro de la mañana, el obispo aprovechó la ocasión para alertar a los presentes que ser religioso, caritativo y andar con la Biblia debajo del brazo no significa nada si, en su interior, la persona carga rencor o sentimientos malignos contra alguien. Y para que el mensaje quedara claro, el obispo citó su propio testimonio. “Yo también ya sufrí y sufro. Hay personas que me hicieron mucho mal, pero oro por ellas y no dejo que nada contamine mi corazón”, explicó, invitando a todos a hacer una oración.
Así, quien participó este primer día, entendió la necesidad de perdonar para tener una vida de calidad. El obispo responsable por el trabajo de la Universal en el país, Agnaldo Silva, cree que muchas personas serán ayudadas con este nuevo espacio, que abrirá diariamente y contará con pastores a disposición para orientar espiritualmente a quienes visiten el lugar.
“El salón principal tiene capacidad para más de 2900 personas sentadas. Además de eso, tenemos seis salas para que los niños se queden con las educadoras, mientras que los padres participan de la reunión, y toda una confortable estructura para recibir a quien llegue en búsqueda de la solución para sus problemas”, destaca.
Problemas que van más allá de los conocidos por la comunidad internacional, como los intensos conflictos internos entre el gobierno y el mayor y más antiguo grupo rebelde del país, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), y la pobreza que afecta al 27% de la población. En estos más de 20 años en que la Universal está presente en la región, miles de personas encontraron paz familiar y tuvieron cambios significativos de comportamiento.
Edgar Hormaza es un buen ejemplo. El colombiano cuenta que, antes de concurrir a las reuniones, vivía dominado por las drogas, agredía a su esposa y, todo lo que ganaba, lo gastaba en el vicio. “Buscando a Dios, dejé las drogas, no soy más agresivo, vivo feliz en mi matrimonio y logré la estabilidad económica”, conmemora.
El obispo responsable por Colombia cree que lo mismo que sucedió con Edgar y con miles de personas, se repetirá en la vida de los que entren en este nuevo templo.
“La apertura de esta nueva catedral representa un nuevo tiempo. Un tiempo en que intensificaremos el trabajo en la formación de nuevos discípulos, aumentaremos nuestros espacios en los medios de comunicación y veremos las maravillas de Dios en la nación colombiana. Lo mejor aún está por venir”, concluyó.
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