Todo el mundo sabe que nadie es perfecto, pero algunas personas, son tan intransigentes en sus relaciones que terminan arruinando todo con actitudes que podrían haber sido evitadas. Si usted insiste en ser intolerante y vive criticando a su pareja sepa que es un candidato para ver como su relación naufraga.
Un clásico de la destrucción de parejas es darle lugar a la opinión ajena. Cuando su pareja le habla y usted no le da importancia a lo que piensa, le ignora y prefiere escuchar lo que dicen los demás está cometiendo un error grave que a la larga terminará con su relación.
Dejar de reconocer lo bueno que el otro hace es otro gran problema. Uno hace y no recibe ni siquiera un elogio o una demostración de cariño por las cosas buenas que hizo.
Otra manera fácil de dejar que la relación se diluya es dejar de compartir momentos con su pareja con la excusa de la falta de tiempo. Eso va desgastando el cariño del uno hacia el otro y los lleva directamente a la rutina.
También gritar en lugar de conversar, o incluso no conversar, quejarse todo el tiempo, no aceptar cariño y no darlo, y criticar a la pareja delante de los demás son detalles graves que sofocan el amor en cualquier relación.
Sandra Acevedo tenía ciertas actitudes que hacían que su matrimonio se deteriorara. “Después de cuatro meses de novios, nos casamos, yo pensaba que iba a ser feliz porque él me quería. Al principio era maravilloso, nos entendíamos hasta que empezaron los problemas. Yo tenía problemas espirituales y era muy nerviosa. Mi carácter era terrible, cualquier cosa me molestaba. Como él no quería discutir, yo buscaba una manera para pelear, le reprochaba que no me escuchaba, que no prestaba atención, que era muy celoso.
Yo era muy agresiva, siempre quería tener la razón y en casa se tenía que hacer lo que yo quería. No podíamos compartir nada. Cuando nació mi primer hijo me desquitaba con él y mi esposo se quejaba de que era muy nerviosa. Estaba perdiendo a la persona que amaba.
Una vez en la Universal primero cambió mi carácter, seguí las orientaciones y en las reuniones aprendí que tenía que escucharlo. De a poco fui dando cariño a mi familia, lo escuchaba, entonces un día se sorprendió por la manera en que lo esperaba. Notó que disfrutamos de un simple almuerzo, ya no había peleas, nos entendíamos. Ahora estamos muy bien, los dos participamos de las reuniones, tenemos confianza, hay diálogo y mucho cariño. Ahora todo cambió, la llama del amor está prendida”.
Como usted pudo apreciar, esos comportamientos negativos son fácilmente identificados en la vida en pareja a diario. Si logra extirparlos lo más rápido posible su relación estará libre del fracaso. Así como Sandra encontró una manera efectiva para cambiar sus actitudes y salvó su matrimonio, usted puede aprender a ofrecer lo mejor de sí con el objetivo de hacer a su pareja feliz y, por supuesto, ser feliz también. Acérquese este jueves a las 16 y 20 para participar de la Terapia del Amor en Av. Corrientes 4070, Almagro.
Fuente y Fotos: El Universal – Latinstock
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