Jesús subió con los discípulos al Monte de los Olivos. Él sabía que el final de Su camino estaba llegando y con ímpetu, les dijo a los discípulos: “Orad para que no entréis en tentación.”
Se apartó de ellos un poco, dobló Sus rodillas y también oró. Angustiado por lo que iba a suceder, Jesús oró más intensamente, de tal manera que Su sudor era como grandes gotas de sangre.
Cuando Se levantó, vio que los discípulos no estaban orando, les preguntó por qué dormían y les insistió que oraran. De repente, ante la oscuridad del monte, apareció el ruido de una multitud liderada por Judas Iscariote, quien caminaba en Su dirección.
Judas se acercó a Jesús y Lo saludó con un beso. Entonces, Jesús preguntó: “Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del Hombre?”
Entregándose al mal
La Biblia no dice exactamente cuándo, pero Judas fue llamado por Jesús para ser uno de los 12 discípulos, por consiguiente, Lo acompañó desde el comienzo de Su camino. Al entrar al grupo, Judas asumió la función de tesorero. Era él quien guardaba, abastecía con lo necesario a los discípulos y compraba comida para los pobres.
Sin embargo, aunque caminara lado a lado con el Mesías y oyese las mismas palabras que todos oían, él no había cambiado su comportamiento. Las palabras de Jesús curaban, liberaban y aleccionaban a Sus seguidores, pero Judas no permitía que surtiera efecto en su corazón ni en sus pensamientos.
En cierta ocasión, 6 días antes de la celebración de la Pascua, Jesús visitó con los discípulos la casa de Lázaro, quien estaba acompañado por María – una de sus hermanas-. Ella ungió Sus pies con un bálsamo de nardo puro, un perfume aceitoso que costaba más de 300 denarios – cada denario correspondía a 1 día de trabajo.
Judas, indignado, le preguntó a María: “¿Por qué no se vendió y se les dio a los pobres?”. Sin embargo, Juan, uno de los discípulos, observa en su libro “Pero dijo esto, no porque se preocupara por los pobres, sino porque era ladrón y, teniendo la bolsa, sustraía de lo que se echaba en ella.” (Juan 12:6).
De esa forma, si aquel valor hubiera sido entregado en la bolsa, Judas podría robar parte de eso, pues su corazón ya estaba corrompido por la ganancia.
La muerte
Cuando Judas vio que Jesús era entregado a Poncio Pilatos, se dio cuenta de que había cometido un error al traicionarlo y sintió remordimiento. Entonces, les llevó las 30 monedas de plata a los sacerdotes y ancianos, y les dijo: “Yo he pecado entregando sangre inocente. (Mateo 27:4) Pero ellos lo ignoraron. Judas, airado, arrojó las piezas de plata en el Templo, y, atormentado por lo que había hecho, se ahorcó.”
Judas tenía una segunda chance, ya que Pedro no fue diferente cuando negó a Jesús tres veces, antes de que el gallo cantara. La diferencia entre ambos fue que Pedro se arrepintió después de negar a Jesús, pero decidió pedir perdón y continuar practicando Sus enseñanzas. Sin embargo, Judas sintió solamente remordimiento y no le pidió perdón a Dios por lo que había hecho, al contrario, estaba tan ciego que se entregó a la muerte.
(*) Lucas 22
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