La palabra “inteligencia” es derivada de dos palabras en latín: inter y legere. “Inter” significa “entre” y el significado de “legere” es “escoger”. Una persona inteligente, por lo tanto, es aquella que aprendió a “escoger entre”.
Sabe que el bien es mejor que el mal, que la confianza debe superar al miedo, que el amor es superior al odio, que la gentileza es mejor que la crueldad, la paciencia que la intolerancia, la humildad que la arrogancia, y que la verdad es más útil que la ignorancia.
Ser inteligente es saber escoger, entre tantas opciones, la que es mejor para usted.
La falta del uso de la inteligencia lleva a las personas a elecciones precipitadas, emotivas, mal pensadas. No son burras, pero escogen serlo.
La inteligencia es un regalo de Dios exclusivo para el ser humano. A nadie más le dio esa capacidad. Por eso, la mayor adoración que podemos darle es el buen uso de ella. Él no quiere solamente nuestra fe. Él quiere que nuestra fe sea inteligente.
Mi inteligencia me dice que lo más inteligente que puedo hacer es seguir los consejos de Quien me hizo inteligente:
“Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán: ¡Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta!” Deuteronomio 4:6
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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