Quién no ha oído de parte de alguien que actuó mal en una situación cualquiera, la siguiente excusa: “¡Yo soy así!”. Es una respuesta muy común, sin embargo, muchos la utilizan para intentar justificar y enmascarar la timidez, un temperamento grosero, la falta de paciencia para tratar a los demás e incluso, la falta de perseverancia frente a las primeras dificultades.
El detalle es que adoptar una actitud como esa no es la mejor alternativa para resolver los problemas. Es una práctica que dificulta las relaciones sociales y perjudica inclusive, el matrimonio.
Según la psicóloga Karin Silva, cada vez que alguien utiliza esa excusa para explicar sus actitudes aún acordando que ese comportamiento no fue el mejor en aquella situación, indica que va a comportarse de la misma forma en otra situación similar en el futuro. “Eso hará que las personas se aparten de usted.”
¿Quiere quedarse solo?
Si en lo cotidiano, en el trabajo, acciones como esa ya causan un gran malestar, imagínese en la relación de pareja. Las consecuencias de ese tipo de comportamiento tampoco pueden ser buenas para el matrimonio. Muchas personas, después de ser maltratadas o esperar una actitud mejor de su compañero en situaciones cotidianas, no soportan la repetición de esa acción y desisten de la relación.
Para que eso no ocurra, la especialista sugiere que las personas observen si en situaciones de conflicto, utilizan la auto regla “yo soy así”. En el caso de que eso le ocurra es necesario reflexionar en cuanto a las actitudes. “Es necesario salir de la zona de comodidad, que mantiene esa falsa imagen de que su comportamiento es inmutable y de que lo controla a usted.”
Seguir adelante
Para el obispo Renato Cardoso, la situación va más allá aun, y el cambio debe ser del matrimonio. En el blog Intellimen, dice que muchos permanecen masticando una y otra vez sentimientos y removiendo las heridas a cada instante. “Pero si está haciendo un verdadero cambio, no arruine la amistad que aún queda entre ustedes. Estar recordando siempre lo que sucedió no ayuda. Guardar resentimiento da mucho trabajo”, explica el obispo. Lo mejor es aceptar el cambio del compañero y formar parte del mismo.
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