“Pero mi pueblo no oyó mi voz; Israel no me quiso a mí. Los dejé, por tanto, a la dureza de su corazón; caminaron en sus propios consejos.” (Salmo 81.11-12)
Muchas personas sufren de terquedad, porque Dios ha estado cerca de ellos, incluso habla con ellos, pero no escuchan, siguen los deseos del corazón.
¿Qué le ha aconsejado Dios últimamente? ¿Usted ha escuchado su voz?
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