Rumania es un país europeo con una población superior a 20 millones de habitantes y que atrae a muchos turistas a causa de sus famosos castillos, entre ellos el Castillo de Bran, donde, de acuerdo con la leyenda local, vivió el conde Drácula. Pero el país también se hizo conocido por sus huérfanos. Durante 24 años de gobierno comunista, la contracepción fue prohibida en Rumania y no había un programa de planificación familiar. Esa realidad condujo a un aumento de las tasas de natalidad y, posteriormente, a un número elevado de abandono de niños, varios de ellos llevados a orfanatos.
Al final del régimen comunista, en 1989, cerca de 170 mil niños ya vivían en más de 700 orfanatos mantenidos por el gobierno. A principios de 1990, las imágenes de los orfanatos y hospitales rumanos, donde más de 100 mil niños vivían amontonados, dieron vuelta el mundo. El promedio internacional le dio notoriedad a la situación y el gobierno del país, entonces, tomó algunas iniciativas. En el 2010, según datos del propio gobierno, 62 mil niños vivían bajo la responsabilidad federal, estando muchos de ellos ya integrados en familias adoptivas.
Sin embargo, en el 2011 aún existían alrededor de 19 mil niños viviendo en orfanatos en Rumania. Y, en abril del 2013, el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) divulgó un informe informando que uno de cada cuatro niños rumanos vivían por debajo de la línea de la pobreza, siendo la tasa más alta de la Unión Europea.
Donaciones de amor
Desde 1997, la Universal está presente en el país y, además de promover un cambio espiritual en la población, también desarrolla trabajos sociales en las calles, orfanatos, hospitales y asilos, donde distribuye ropa y donaciones para los necesitados.
El último sábado de marzo, el grupo de voluntarios Corazón Universal de Pite?ti hizo una visita a un orfanato que alberga aproximadamente a 30 niños. Algunos de ellos no tienen padres y otros están allí por ser de familias muy pobres. Los niños recibieron kits de higiene personal, juguetes y ropa, además de disfrutar de una mesa llena de dulces, jugos y frutas. Pero, más allá de las donaciones, los voluntarios llevaron también su cariño y su amor.
El momento más importante fue cuando todos oraron de manos tomadas pidiendo la ayuda de Dios para que cada niño creciera con salud, feliz, protegido y que sus mentes fueran iluminadas en los estudios. Los enfermeros del orfanato se quedaron impresionados con la forma en que los chicos fueron tratados y les agradecieron a los voluntarios por todo el cariño y auxilio recibido.
La Universal ha desarrollado un trabajo social en orfanatos por todo el mundo.
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