Todos los días estamos expuestos a leyes, normas de conducta social y de comportamiento que regulan el orden entre las personas. Cuando se trata de la relación entre el hombre y la mujer no es diferente. Sí, existen mandamientos, leyes que una vez que se obedecen y son respetadas hacen que la pareja alcance el tan soñado “y vivieron felices para siempre”.
La primera ley para una relación feliz es: No te apartarás de Dios. Funciona así: imagínese un triángulo en donde usted está en una punta de la base y la persona a quien ama en la otra punta. En la parte superior del triángulo está el propio Dios. Con Él están todos los atributos de un verdadero amor: respeto, amistad, cariño, justicia, fidelidad… Cuando su compañero y usted se aproximan a la punta superior del triángulo, o sea, a Dios, se aproximan más uno al otro y al verdadero amor.
Es muy fácil amar a su marido o a su esposa cuando usted está más cerca de Dios. Cerca de Él usted aprende y quiere tratar bien a la otra persona. Usted quiere amar. El propio Dios ordenó que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismo, es decir, tratar a quien amamos así como queremos ser tratados. Es como acercarse a un brasero. Enseguida sentirá el calor.
Cierta vez Le preguntaron al Maestro cuál era el gran mandamiento en la Ley. Él respondió: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente”. Y completó la respuesta diciendo: “Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Observe que los dos mayores mandamientos del mundo incluyen al AMOR. ¿Por qué muchas personas no logran cumplir el segundo mandamiento, amar al prójimo como a sí mismo? Es simple: porque no practican el primero. ¿Cómo usted amará a su marido o a su esposa, alguien imperfecto, si no ama o no tiene una relación con el propio Dios, que es perfecto?
Sin un contacto con el Autor del Amor, las personas intentan con sus propias fuerzas mantener un matrimonio. Y muchas fracasan porque no logran hacer en la práctica lo que saben en la teoría. Por ejemplo, una persona sabe que necesita perdonar para vencer las equivocaciones del pasado y otros errores cometidos por quien ama. Pero, ¿cómo se puede perdonar sin haber experimentado el perdón mayor de Dios? Es justamente cuando uno está cerca del Maestro que logra perdonar, y el perdón borra el dolor de un corazón herido.
Cuanto más lejos ustedes estén de Dios, más lejos estarán el uno del otro y de la felicidad conyugal. Cuanto más cerca de Él, más cerca de a quien usted ama y de la felicidad.
Si quieren vivir “felices para siempre”, recuerden el triángulo amoroso y no rompan el primer mandamiento: No te apartarás de Dios.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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