Mirta Arrieta sufrió con depresión desde pequeña, antes de los 10 años ya había intentado suicidarse. Ella recuerda que “quería morir y al crecer era peor”. Ella escuchaba voces y ruidos extraños, veía cosas que le causaban mucho miedo y nerviosismo. El mal carácter, la tristeza y los cambios de ánimo eran algo cotidiano.
En la adolescencia sufría con hemorragias tan fuertes que debían realizarle transfusiones dos veces por semana. “Vivía enferma, tomando pastillas para dormir, y estaba medicada todo el día. Así tuve cinco intentos de suicidio. Si bien mi familia estaba, yo la destruía, pues vivía una doble vida”, cuenta.
Los problemas económicos no se hicieron esperar y perdió todo lo que tenía. Ante esta situación decidió hacer un pacto con el diablo y durante diez años atendió a las personas que le hacían consultas e hizo trabajos. Su vida se destruyó y ya casi muerta se acercó a la Universal.
“Era creer o morir, cuando escuché hablar de la Hoguera Santa me lancé aunque no entendía mucho y valió la pena porque toda mi vida cambió. Me llevó tiempo, pero vencí. Fui libre del tormento espiritual y mi interior cambió. Además económicamente logré establecerme, abrí mi propio negocio, conquisté una maderera. Dios me dio visión y fuerzas para luchar por mis objetivos, comencé a hacer realidad proyectos personales, como mi participación en la política y el desarrollo de una ONG”.
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