Si no son bien administradas, pueden convertirse en deudas impagables y, más allá de atormentar la cabeza del emprendedor, pueden decretar la quiebra de sus finanzas.
Si no quiere llegar a ese punto, en primer lugar, no se desespere, la renegociación puede ser una salida para el problema. En caso de que haya pedido un préstamo, sustituirlo por otro con mejores condiciones de pago es una alternativa.
Medidas preventivas
Antes de renegociar lo que es debido hay que descubrir el origen de los problemas financieros. Si, en el caso de una empresa, fuera un problema operacional, es necesario identificar si tiene relación directa con costos elevados, aumento de gastos, caída en el volumen de ventas, entre otros factores.
Y la única forma de quitar las deudas es generando lucro en las actividades operacionales de la empresa. Por lo tanto, obedezca algunos principios.
– La renegociación comienza por los acreedores y proveedores con el mayor volumen de deudas y cuyos negocios sean importantes para la empresa.
– Infórmeles sobre la situación de la empresa y el interés en buscar una solución.
– Trátelos como compañeros en la solución de problemas de interés común.
– Recuerde que al cumplir los compromisos asumidos en el proceso de renegociación, es posible crear junto a los acreedores y proveedores un concepto de credibilidad.
¿Cómo superar eso?
Entre el inicio de una jornada emprendedora y un objetivo hay un puente, que es la fe. Si esa fe es emotiva, el puente se quiebra.
Pero si la fe es inteligente, es posible enfrentar cualquier obstáculo. Gabriela Suárez estaba pasando por un mal momento en su vida financiera: “Sufría de fuertes dolores de estómago que me impedían trabajar. Esa situación me deprimía y angustiaba, los médicos no me daban solución y mi negocio sufría las consecuencias. Estaba prácticamente quebrada, con deudas que rondaban los $100.000”.
Todo esto la llevó a intentar suicidarse en varias oportunidades. Sin embargo había una salida, cuando comenzó a participar de las reuniones y de la Hoguera Santa, la situación cambió. El secreto fue una prueba con Dios. “Hoy tengo una vida totalmente distinta, mis malestares desaparecieron, mi negocio se recuperó, al punto de tener que ampliarlo, saldé las deudas y compré mi auto”.
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