Jesús le dijo: Mujer, créeme, que la hora viene cuando ni en este monte ni en Jerusalén adoraréis al Padre. Juan 4:21
El Señor Jesús profetizó que habría otro lugar que no era en el Monte Moriah ni en Jerusalén para que los verdaderos adoradores adorasen al Padre en espíritu y en verdad. En esa época eso era posible solamente en Jerusalén.
Cuando Salomón construyó el Templo, allí Dios fijó Su nombre y Su presencia. En el Templo estaba la Plenitud de Dios, Israel disfrutaba de la plenitud de vida y era invencible frente a todos sus enemigos.
Respeto, Temor, Reverencia, Santidad y Fidelidad, esos valores eran presentados en el Templo, y por eso se reflejaban directamente en la vida de aquellos que vivían la fe.
Pero con la corrupción espiritual de Su pueblo, Dios salió del Templo, y la vida de ese pueblo, que antes mostraba Su Gloria, pasó ser de ruinas conforme a su
estado espiritual. Sin el Templo, los enemigos de Israel comenzaron a prevalecer.
¿Cómo reconstruirlo hoy en un lugar que es de propiedad musulmana?
Por el hecho de tratarse de la Casa de Oración para todos los pueblos, el propio Espíritu Santo providenció su construcción.
El mundo ahora tiene un nuevo lugar para la Gloria de nuestro Dios: El Templo de Salomón en San Pablo, Brasil.
Allí, musulmanes, judíos, católicos, espiritistas, evangélicos, todos tendrán acceso al Templo del Dios vivo, llamado Casa de Sacrificio.
Aquí en Argentina, por ejemplo, hay árabes, libaneses, judíos, entre otros, que están participando de la Hoguera Santa en el Templo de Salomón.
Confirmando así las palabras del Señor Jesús: Y os digo que vendrán muchos del Oriente y del Occidente, y se sentarán con Abraham e Isaac y Jacob en el Reino de los Cielos. Mateo 8:11
Obispo Djalma