Jesús fue al desierto. Y cuando hablamos de desierto en Judea, hablamos de enormes extensiones de tierra sin nada o nadie cerca, solo privacidad. El Hijo de Dios era un Hombre extremadamente ocupado día y noche. Estaba siempre rodeado de gente. A cada momento estaba en una ciudad diferente. Podemos decir que Su “agenda” estaba siempre llena de compromisos.
Por eso mismo Se retiró del medio urbano y fue a un lugar sin nadie. Nadie llegaba para pedirle un milagro. Nadie venía con las últimas noticias de lo que sucedía en la ciudad. Su meta era estar a solas con Dios. La comunión espiritual era completa en ese momento entre el Hijo y el Padre. Él, que era el Propio Salvador, notó que necesitaba eso días de aislamiento del mundo, pero de un contacto más cercano con el Creador.
Jesús salió más fuerte del desierto en Su fe. Así como nosotros que, “desintoxicados” de informaciones, sumergidos en un desierto de noticias y entretenimiento, también podemos quedarnos con la fuerza y la ligereza espirituales después del Ayuno de Jesús. Sus beneficios no terminarán después de esos 40 días. Continuarán por la vida física y espiritual.
Hacía tiempo que Enrique Robidú estaba participando de las reuniones en la Universal, en su vida habían sucedido mejoras, sin embargo, él necesitaba ese algo que lo haría un hombre pleno: el Espíritu Santo.
“Yo quería recibir el Espíritu de Dios, por eso me enfoqué en mi vida espiritual. Hice un propósito especial de ayuno audiovisual en el que le planteé a Dios que era todo o nada. O me daba Su Espíritu o entonces que me llevara, porque no aceptaba seguir mis días sin tener Su Presencia en mi vida.
Recuerdo que me costó, pero perseveré y el último día del ayuno sucedió lo que tanto esperaba, fui bautizado con el Espíritu Santo. Fue maravilloso, era lo que tanto necesitaba, lo que tanto había buscado. Y a partir del momento en que recibí Su Espíritu comencé a experimentar los beneficios de haber invertido en mi espiritualidad.
Ese mismo día me presentaron a quien hoy es mi esposa, sí, fue un nuevo comienzo, a la semana fue nuestra primera cita y en meses nos casamos. En mi vida económica también fui bendecido y hoy en día tengo el privilegio de servir a Dios como su siervo junto a mi esposa. Puedo afirmar que Dios obra grandiosamente cuando priorizamos una vida con Él”.
Ellos concurren a la Universal de Morón en Av. Rivadavia 17.551.
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