Y el SEÑOR Dios plantó un huerto en Edén, al oriente; y puso allí al hombre que había formado.
Y el SEÑOR Dios hizo nacer de la tierra todo árbol delicioso a la vista, y bueno para comer; también el árbol de vida en medio del huerto, y el árbol de la ciencia del bien y del mal.
Y salía de Edén un río para regar el huerto, y de allí se repartía en cuatro brazos.
El nombre del uno era Pisón; este es el que rodea toda la tierra de Havila, donde hay oro;
Y el oro de aquella tierra es bueno; hay allí también bedelio y ónice.
El nombre del segundo río es Gihón; este es el que rodea toda la tierra de Cus.
Y el nombre del tercer río es Tigris; este es el que va al oriente de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.
Génesis 2:8-14
La Biblia ya mostraba la importancia del agua, que fertilizaba las regiones de ricas cuencas hidrográficas, volviéndolas propicias a ser habitables en las áreas en las que el desierto estaba muy cercano, como en el Jardín del Edén. En la zona llamada Mesopotamia (“tierra entre ríos”), conforme lo prueba la Palabra, tuvieron su hogar Adán y Eva, antes de su expulsión a causa del pecado.
El Edén se situaba en la región hoy llamada Creciente Fértil, que merece ese nombre justamente por la riqueza de ríos, un gigantesco oasis, siempre disputado en los tiempos bíblicos – y aún hoy. De esos ríos, hablamos aquí del Tigris, citado en el último versículo de arriba.
El extenso río nace cerca de la región de Ararat, en Armenia, pasa por Turquía (es su frontera con Siria) y atraviesa, en su mayor parte, todo el actual problemático Irak, recibiendo aguas de diversos afluentes y juntándose a su gran vecino, el río Éufrates.
Desde su nacimiento hasta el Éufrates, el Tigris tiene alrededor de 1,9 mil kilómetros de extensión. Los dos ríos forman, por lo tanto, un solo canal, conocido como Shatt al-Arab (Costa de los Árabes), para, 20 kilómetros abajo, desembocar en el Golfo Pérsico, en la frontera con Irán.
Río abajo, el paisaje cambia frecuentemente entre vastas plantaciones irrigadas por él, trechos desérticos e inhabitados, pobres villas y grandes y urbanizados centros. Varias de las grandes ciudades iraquíes son atravesadas por el Tigris, incluyendo su capital, Bagdad (foto de abajo). Otra muy conocida a sus orillas tiene su nombre derivado de él: Tikrit (otra variación de “Tigris”), tierra natal del sultán Saladino y del dictador Saddam Hussein (1937-2006), que allí fue sepultado después de su ejecución en la horca.
La capital de la Antigua Asiria, Nínive, una verdadera metrópolis bíblica, le debe mucho de su prosperidad al famoso río citado en Génesis.
Flecha veloz
El mismo río es citado en el libro de Daniel, con otro nombre. El importante curso del agua era escenario de una de las visiones del profeta:
“Y el día veinticuatro del mes primero estaba yo a la orilla del gran río Hidekel.
Y alcé mis ojos y miré, y he aquí un varón vestido de lino, y ceñidos sus lomos de oro de Ufaz.”
Daniel 10:4-5
“Hidekel”, una transcripción del hebraico, con el significado de “el rápido tigre”. Pero la designación no se refiere exactamente al gran felino del mismo nombre. “Tigre” o “Tigris” deriva de una palabra de un antiguo dialecto persa, “tigr”, que significa “flecha”. Aunque el animal al que hace recordar sea digno de ser representado por el río, las flechas ligeras están bastante de acuerdo con las costumbres de los pueblos guerreros de sus orillas.
El hecho de que esté en la visión de Daniel se debe justamente a su localización en los dominios de Babilonia de quien el profeta era cautivo.
Apocalipsis
Los conflictos políticos de Irak con sus vecinos de arriba, Turquía (foto de arriba) y Siria, hicieron que estos contuvieran al Tigris y, en mucha mayor intensidad, al Éufrates, generando una sequía en el territorio iraquí que ya dura casi 3 años – ya hay quien hable de la desaparición del Éufrates.
Hay quien vea en esta escases de agua, aunque gran parte de su causa sea humana, señales de lo que está escrito en el libro bíblico de Apocalipsis, un indicio del fin de los tiempos.
El río también fue bastante utilizado por fuerzas militares en las dos Guerras del Golfo. Sus aguas y orillas son hasta hoy patrulladas por las fuerzas armadas de Estados Unidos (foto de arriba) y por aliados en varios puntos. La contaminación del Tigris aumentó considerablemente desde el comienzo de los enfrentamientos bélicos. Aunque esta parte no esté necesariamente prevista en la Biblia, tampoco es una buena señal de un país que no conoce más la paz, aun después de la deposición y la ejecución de su más famoso dictador.
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