Aser era hijo de Jacob y Zilpa, sierva de su esposa Lea, y su nombre fue dado a una de las tribus de Israel que se originó de su familia. A no ser por eso y por haber participado de la venta de su hermano más joven, José, como esclavo, Aser no es muy destacado en la Biblia. Su nombre en hebreo significa tanto “bendición” como “felicidad”, dependiendo de la interpretación.
Otro trecho bíblico en el cual aparece es en el momento de la reconciliación de José, en ese entonces gobernador de Egipto, con sus hermanos.
A Aser y a su descendencia les fueron dadas las tierras que tenían al Monte Carmelo al sur y el Líbano al norte, una región muy fértil, que generó la abundancia de alimentos – es por eso que el símbolo del escudo de la tribu es un frondoso árbol, que muchos consideran que es un olivo (foto).
En el período del Éxodo, muchos hombres de Aser formaron el ejército de los hebreos. Más tarde, durante el reinado de David, intenso en actividad militar, la tribu de Aser fue la responsable por buena parte del abastecimiento de las tropas, con sus víveres de excelente calidad.
La orden para que las puertas del Templo se cerraran
Cuando Acaz asumió el reinado de Judá, la realidad del lugar era de perdición, delante de los ojos de Dios. El monarca, intensamente idólatra, llevó a gran parte del pueblo a adorar a falsos dioses y a andar en pecado. Su idolatría era tan grande, que él ordenó cerrar las puertas del Templo de Salomón, abandonando la casa de Dios, prohibiéndole al pueblo llevar sus oraciones y sacrificios, desmoralizando a los sacerdotes y a los demás levitas. Como cuenta la Biblia en 2 Crónicas, su reinado cayó bajo la violencia de los asirios, por no andar en rectitud y en temor al Señor.
Cuando Acaz murió y fue sucedido por su hijo Ezequías, el nuevo rey trató de convocar al pueblo a una guerra en contra de la idolatría. Los ídolos y los altares dedicados a ellos fueron destruidos y el Templo de Salomón fue recuperado y abierto nuevamente, y sus ministerios fueron reactivados. A muchos de la tribu de Aser les tocó un importante papel: recuperar entre todo el pueblo la costumbre de la celebración de la Pascua y de la Fiesta de los Panes sin Levadura (o Ácimos), en las que los judíos de todas partes, de todo Israel y Judá, se dirigían hacia Jerusalén para recordar la liberación del cautiverio del Egipto y para nuevamente adorar a Dios conforme a Sus preceptos. Los descendientes de Aser ayudaron mucho haciendo una convocatoria por las ciudades, y la celebración nuevamente se llevó a cabo, como no se veía desde los tiempos prósperos de Salomón.
“Se alegró, pues, toda la congregación de Judá, como también los sacerdotes y levitas, y toda la multitud que había venido de Israel; asimismo los forasteros que habían venido de la tierra de Israel, y los que habitaban en Judá.
Hubo entonces gran regocijo en Jerusalén; porque desde los días de Salomón hijo de David rey de Israel, no había habido cosa semejante en Jerusalén.
Después los sacerdotes y levitas, puestos en pie, bendijeron al pueblo; y la voz de ellos fue oída, y su oración llegó a la habitación de Su santuario, al cielo.” (2 Crónicas 30:25-27)
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