La confianza es la seguridad interior con la que se hace algo. Es la firmeza de ánimo que todo cristiano debe poseer. El salmista dice: “Pacientemente esperé al Señor, y Se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” (Salmos 40:1) Se verifica que la confianza en Dios hace que el cristiano tenga tranquilidad. La persona tiene la esperanza de que será atendida. Está tranquila en relación a lo que quiere.
Dios no es infiel, y cuando se espera confiadamente en Él, tiene la obligación de atenderlo. David dijo que esperó confiadamente en el Señor y que Él lo atendió. Es por eso que la Iglesia Universal del Reino de Dios realiza cadenas de oración en la iglesia, porque estas son un tratamiento espiritual, un ejercicio de confianza.
Dios hace que sucedan milagros como una demostración viva de confianza. A través de la cadena de oración, la persona confía en que la respuesta vendrá.
Dios nunca dejó de atender al fiel. En ningún texto bíblico encontramos que Dios haya dejado de atender a quien clamó por socorro.
Sin embargo, existen personas que no confían, o si lo hacen, es de una forma dudosa, es el llamado “confiar desconfiando”. Esas personas actúan con Dios como si estuviesen actuando con los hombres. Si, por ejemplo, no estuviere satisfecho con un médico, puede recurrir a otro, pero con Dios es diferente. Se debe confiar de todo corazón.
También existen personas que quieren ayudar a Dios yendo a centros espiritistas o a un centro de macumba. Sin embargo, con Dios no puede existir esa duplicidad. Jesús dijo que nadie puede servir a dos señores, porque siempre dará preferencia a uno sobre otro. Debemos aprender con el ejemplo de David: “Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de Ti, y esperaré.” (Salmos 5:3)
Otro gran ejemplo de confianza en Dios es Job, que después de haber estado enfermo con tumores malignos, desde la punta de la cabeza hasta la planta de los pies, no osó maldecir a Dios, como era el deseo de su mujer, sino que dijo: “ Como suele hablar cualquiera de las mujeres fatuas, has hablado. ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos?” (Job 2:10). Job se mantuvo fiel a Dios y al final recibió el doble de todo lo que antes había poseído. Esto es tener la certeza del cuidado de Dios, incluso en los momentos de mayores provocaciones.
A ejemplo de David y de Job, personas que esperaron confiadas el socorro de Dios y no fueron decepcionadas, debemos buscar confiadamente Su socorro, teniendo la certeza de que Él no nos decepcionará en nada.
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