Rebeca fue la respuesta de Dios para el siervo de Abraham, que lo orientó a buscar una mujer para que se casara con su hijo Isaac. Para esto, el siervo, Le pidió una señal a Dios: que la muchacha elegida, al pedirle que le diera de beber, se ofreciese también a darle agua para sus camellos. Y fue exactamente lo que sucedió (Génesis 24:15-20).
Esto quiere decir que Rebeca fue, mínimamente, hospitalaria, además de ser muy simpática y obediente. Ella podría haber dicho que no tenía suficiente agua para los camellos, sino solo para el siervo de Abraham, pero, ella fue la respuesta exacta de Dios, conforme a la oración del siervo (Génesis 24:10-14). Es esto lo que la Palabra de Dios nos enseña, que “Su voluntad es buena, perfecta y agradable” (Romanos 12:2), completa todas las expectativas, no solamente siendo buena, o solo perfecta, sino que debe ser agradable también.
¿Acaso usted considera todas las señales de Dios como la respuesta a su oración? Existe la tendencia de querer entender solo lo que nos conviene. El siervo de Abraham podría haber considerado la belleza de Rebeca como la parte “perfecta” o “agradable” y no tener en cuenta la acción, para tener la confirmación de Dios. ¿Y usted tendría el mismo coraje o se detendría a la mitad del camino por miedo a Su respuesta?
Y Rebeca era así, una buena persona, perfecta y agradable; una verdadera respuesta de Dios. Fue encontrada trabajando (Génesis 24:15), dispuesta a servir (Génesis 24:18-20) y preparada para aquel encuentro, (Génesis 24:14-15-18-58). Un ejemplo de cómo se debe estar cuando llega la bendición del Señor.
No se puede estar conformado, esperando que alguien le sirva y sin ninguna preparación para recibir lo que Dios tiene para entregar. Quizás sea por este motivo que los milagros tardan en llegar para algunas personas, ¿Cómo Dios podría entregar algo precioso a alguien perezoso, sin disposición y sin ninguna preparación?
El siervo de Abraham fue hasta la familia de Rebeca y les explicó cuál era el objetivo de que él estuviese en aquellas tierras. El padre y el hermano de Rebeca no dudaron en creer que todo lo que estaba sucediendo allí provenía de Dios. Le dieron la elección a Rebeca si quería, verdaderamente, irse con él para encontrarse con Isaac y dijo que “si”. Dios es educado y esperará su decisión (por más que Él sepa cuál será).
Eso demuestra que Rebeca no era solamente atractiva, bondadosa, dispuesta, diligente y hospitalaria; también era decidida, perspicaz y llena de fe implícita. Ella pudo percibir que todo lo que vivió en aquellos momentos provenía de Dios y actuó conforme a Su voluntad. Cuando se tiene el corazón abierto y se está atento a lo que Él muestra y trae, no existen dudas sobre la decisión que debemos tomar.
Rebeca, entonces, fue a encontrarse con Isaac. Se casaron y comenzaron a querer tener hijos. Pero ella era estéril, hecho que no los desanimó, porque conocían al Dios a quien servían (Génesis 25:21). Solo después de 20 años, Dios le concedió a Rebeca lo que tanto había pedido: poder concebir y tener a los gemelos Esaú y Jacob.
Este es un ejemplo más de persistencia y, por encima de todo, de fe. ¿Cuántas veces usted comienza a orar por un propósito, pero cuando no recibe la respuesta de Dios, desiste y piensa que Él no le ama? Se olvida que el tiempo de Dios no es su tiempo (Eclesiastés 3), que Él sabe cuál es el momento adecuado para que las cosas sucedan y lo que es mejor para su vida.
Los niños nacieron, Rebeca quiso más a Jacob y, con el tiempo, Esaú llegó a renunciar a su primogenitura (Génesis 25:33). Como Dios había prometido que “el mayor serviría al menor” (Génesis 25:23), Rebeca unió su afecto por Jacob a la promesa de Dios y decidió darle una “ayudita” para que Su Palabra se cumpliera. Ella lo ayudó a Jacob a engañar a su padre Isaac, con el fin de que fuese él quien recibiera la bendición que era para el primogénito.
Después de todo, Rebeca demuestra un defecto que es el querer hacer que la promesa de Dios se realice por sus fuerzas. ¿Acaso usted nunca lo hizo? ¿Realmente Le entregó su camino y confió en Dios para que hiciese lo demás? (Salmos 37:5). Él no necesita ayuda para que Su Palabra se cumpla, el Señor solo quiere que crea y confíe que Él hará.
Rebeca vivió la consecuencia de su actitud. Isaac envió a Jacob a Padan-aram a buscar una esposa, y nunca más volvió. No existe ningún registro bíblico que muestre que ellos se volvieron a ver. ¿Cómo habrán sido los años de Rebeca habiéndose quedado sin saber ni ver a su hijo amado y preferido?
Que Rebeca sea realmente un ejemplo de vida y también de lo que no se debe hacer. Un ejemplo de que Dios no necesita actitudes personales para cumplir Sus promesas y, de que existen resultados de lo que se hace sin Su consentimiento.
[related_posts limit=”6″]