¿Usted sabía que Dios no nos da el Espíritu Santo por medida? Usted puede leer eso en Juan 3:34: “Porque el que Dios envió, las palabras de Dios habla; pues Dios no da el Espíritu por medida”. O sea, cuando Él viene, desborda nuestro ser.
Pero antes de derramar el Espíritu sobre nosotros, Él nos lava con la sangre de Jesús. Pero no piense que es fácil. Primero, usted tiene que poner su vida en el Altar. Por eso hay personas que no reciben Su Espíritu, porque no ponen toda su vida en el Altar.
Una vez, Jesús le pidió algo a una mujer pecadora. Jesús le dijo: “Dame de beber”, y la mujer respondió: “¿Cómo tú, siendo judío, me pides a mí de beber, que soy mujer samaritana?”. “Respondió Jesús y le dijo: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva”, (Juan 4:10).
Jesús le pidió agua a aquella mujer para que, a cambio, le diera el Espíritu Santo. Jesús le pide su vida ahora. ¿Cuál es su respuesta? Tal vez usted tenga muchos motivos para rechazar el pedido de Jesús.
Usted debe estar de acuerdo en que soy una persona exitosa. ¿Sabe por qué sucedió eso? Porque el Espíritu Santo ha vivido en mí. Es Él quien da la dirección y nosotros la ejecutamos. Imagine si ese mismo Espíritu está en usted. No importa si usted no cuenta con la ayuda de nadie, le digo esto para abrir su mente. Dios es Espíritu y necesita materia humana para realizar Sus grandes hechos.
Cuando la persona recibe el Espíritu Santo, recibe poder de Dios. Y por eso no hay límites para quienes Lo reciben. Cuando Jesús recibió el Espíritu de Dios, salió a liberar y hacer cosas extraordinarias.
Todos pueden tirarle piedras, pero cuando usted recibe el Espíritu Santo, en su vida comienzan a suceder cosas magníficas. No hay límite para nosotros. El Espíritu del Todopoderoso está en nosotros. Nada en este mundo puede destruir a quien tiene el Espíritu Santo. Él tiene la fuerza de un buey salvaje.
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