Estamos viviendo en una generación de fuerte avance tecnológico. Es impresionante como en los últimos 30 años la tecnología ha progresado y aquello que solo veíamos en películas de ciencia ficción se convirtió en realidad. Gracias a ese avance, principalmente en la comunicación, podemos sentirnos relativamente cerca de las personas que están a millares de kilómetros de nosotros. Todo esto a través de conversaciones con audio y video, mediante una computadora o incluso a través de un celular.
Pero, si por un lado esta tecnología aproxima a las personas que están muy distantes, por el otro, sin que muchos lo perciban, aleja a aquellas que están cerca. No es solo hoy que me detuve a pensar sobre esto, sino que lo hice más aún, desde que conversé hace algunos días con alguien que me dijo que en el día de su cumpleaños, fue saludado por uno de sus familiares a través de una red social, cuando estaban dentro de la propia casa, separados solo por ambientes. No hubo ningún contacto físico, visual, o como se acostumbra decir “cara a cara”. Solo un texto frío. Hace algunos años, conocí a una familia de la cual, el hijo adolescente, llegó a estar casi 24 horas por día dentro de la habitación con la computadora, jugando y navegando en internet. No demoró mucho para que se convirtiera en alguien antisocial, comenzó a tener problemas en la piel por la falta del contacto con el sol, cambió la noche por el día y cayó en una profunda depresión.
¿Cuántas veces nos encontramos con personas que salen en familia para un almuerzo o cena y están todas separadas en la misma mesa, sumergidas cada una en la pantalla de un celular? Quien ya pasó los 40 años, como en mi caso, debe recordar la época en que los adolescentes jugaban hasta altas horas de la noche en la calle de la propia casa, con juegos tradicionales, que hoy son desconocidos por la mayoría de los jóvenes. Solamente quien vivió en ese tiempo sabe cuánto les hace falta eso a las nuevas generaciones.
Ninguna amistad virtual puede compararse al verdadero placer de estar al lado de las personas que amamos, ninguna figurita virtual puede expresar lo que nos pasa a través de una sonrisa o de un abrazo amigo. Es obvio que en el mundo moderno se vuelve difícil vivir sin el uso de la tecnología. Si hubiese un equilibrio entre lo virtual y lo real, ¿cuál sería el problema? Corresponde a cada uno de nosotros tener cuidado para no perder el sentido común y saber separar lo real de lo virtual, lamentablemente, de la manera como esto continúa, la humanidad se dirige hacia una “robotización”.
[related_posts limit=”7″]