Cuando Cristina Rivero llegó a la Universal, su matrimonio se encontraba totalmente destruido, aparentemente no había otra solución más que la separación. “Nuestra relación era un desastre, las peleas y discusiones por los vicios hicieron que entrara en depresión. Varias veces pensé en quitarme la vida porque creía que así terminaría con tanto sufrimiento”, cuenta ella al recordar esos días.
El vicio de alcohol de Oscar Beltrán, su esposo, era la raíz de los problemas. “Él tomaba mucho, salía de trabajar y se iba a tomar, a veces, cuando regresaba a casa, yo cerraba la puerta de la casa con llave y tenía que pararme delante de las ventanas para impedir que se fuera de nuevo. Era terrible, nunca pasamos un domingo en familia”.
Los sueños y planes de ser feliz junto a la persona que amaba cada vez estaba más lejos de la realidad que vivía. Esta situación la estaba consumiendo, no tenía motivos para sonreír y no creía que fuera posible que él cambiara. Sin embargo, su suegra, al ver lo que estaban viviendo, la invitó a la iglesia.
“En la Universal escuché hablar al pastor acerca de un cambio de vida, que era posible lograrlo, así que comencé a hacer las cadenas. Oraba, ayunaba y sacrificaba en la Hoguera Santa por mi matrimonio, perseveré y empecé a ver el cambio en mi vida, y mi esposo también comenzó a cambiar”, explica Cristina. Hoy en día su vida es otra, él dejó el alcohol y las salidas. “Nuestra vida cambió completamente, él fue libre del vicio y nos casamos, eso que él no quería ni hablar del tema. Ahora somos felices gracias al Señor Jesús”.
Ellos concurren a la Universal en Rivadavia 300, Tartagal, Salta.
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