Todo esto es una idea general y conclusiva de diversos estudios de las profecías bíblicas, pero lo que se puede garantizar con seguridad, es que el período de la Gran Tribulación, será una etapa de gran purificación de toda la Tierra, y lo que derribará al orgullo y a la arrogancia de toda la humanidad:
“Y del templo salió otro ángel, clamando a gran voz al que estaba sentado sobre la nube: Mete Tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.” (Apocalipsis 14:15).
El grito de ese otro ángel no es en un tono imperativo, porque, ¿cómo un ángel podría dar órdenes al Señor de la Gloria? Tampoco se trata de una orden proveniente del Trono, pues el Padre ha dado todo el juicio al Hijo cuando dijo:
“Porque el Padre a nadie juzga, sino que todo el juicio dio al Hijo… ” (Juan 5:22).
De hecho, ese grito a gran voz es, en la realidad, un clamor o un vehemente pedido, que proviene desde el santuario reconstruido en Jerusalén, en el cual el anticristo se sentará, mostrándose como si él fuese el propio Dios.
Esto se justifica por el hecho de que la voz del ángel salió simplemente del “santuario”, y no del “Templo que está en el Cielo” (Apocalipsis 14:17). Existe una grandísima diferencia entre uno y otro.
El santuario del versículo 15 se refiere al reconstruido en Jerusalén; por otra parte, el templo del versículo 17 se refiere al celestial, y el grito de ese ángel es como el clamor de la sangre de Abel, pidiendo justicia.
También es como el clamor sobre los pecados de las ciudades de Sodoma y Gomorra, que subió hacia Dios, como le dijo el propio Señor a Abraham dos veces, según está registrado:
“Entonces el Señor le dijo: Por cuanto el clamor contra Sodoma y Gomorra se aumenta más y más, y el pecado de ellos se ha agravado en extremo, descenderé ahora, y veré si han consumado su obra según el clamor que ha venido hasta Mí; y si no, Lo sabré.” (Génesis 18:20-21).
Aquí, en el capítulo 14 del Apocalipsis, los pecados de la gran Babilonia suben, a través de la boca del ángel, a Aquel que esta pronto a venir para la siega de la Tierra: “…Mete tu hoz, y siega; porque la hora de segar ha llegado, pues la mies de la tierra está madura.” (Apocalipsis 14:15). El profeta Joel también registró: “Echad la hoz, porque la mies está ya madura. Venid, descended, porque el lagar está lleno, rebosan las cubas; porque mucha es la maldad de ellos.” (Joel 3:13).
Juntamente con el grito del ángel, comenzará la siega, el juicio: “Y el que estaba sentado sobre la nube metió Su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.” (Apocalipsis 14:16).
¡Esta es la señal para la gran siega! Desde ese momento, comienza el tiempo del juicio sobre la bestia y sus adoradores. La sentencia, postergada por tanto tiempo, no puede esperar más. Pero llegará el momento en que la medida quede llena.
La cosecha está muy madura. Esta siega de juicio abarca a todas las catástrofes que sucederán en breve sobre la Tierra. Las copas de la ira de Dios serán derramadas.
Y, para el horror de todo el mundo, la gran Babilonia se desmoronará con gran estruendo; serán cortados los más importantes nervios vitales del anticristo; la “gran ramera”, perderá su brillo y sus adornos reales, siendo cubierta por plagas, miseria y fuego.
Si el apóstol Juan dijo aquí: “…metió Su hoz en la tierra, y la tierra fue segada.” (Apocalipsis 14:16), es porque la era de la gracia concluyó definitivamente. También el Señor Jesús dijo “…la siega es el fin del siglo…” (Mateo 13:39).
Este es el corto, pero gravísimo contenido de la visión de Juan sobre el Armagedón, la lucha final de los pueblos que está descrita detalladamente en los capítulos 9 y 16 del Apocalipsis.
(*) Texto retirado del libro “Estudio del Apocalipsis”, del obispo Edir Macedo.
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