Cuando alguien es consagrado, es para que su vida sea dedicada a servir y a honrar a Dios. Eso requiere del consagrado sacrificio diario, porque ya no se trata de los propios intereses, sino de los intereses del Señor Jesús, que involucran no solo la propia Salvación sino también la de otras personas. Es un momento que marca la vida de aquellos que dejan todo para dedicarse exclusivamente a predicar el Evangelio. Es ser aprobado por Dios al mismo tiempo en el que se recibe la capacitación para hacer aún más, en favor de que muchas vidas sean alcanzadas.
El mes de septiembre quedó marcado por tres importantes consagraciones.
Consagración en México
En México hubo dos. En la primera, realizada el día 14, fueron consagrados los pastores Gustavo de Souza, Celso Días, Ederson Moraes, Manoel Carvalho y Valter Gregorio, juntamente con sus respectivas esposas. “Para mí fue una honra haber sido consagrado en este país que amo, que tiene un pueblo maravilloso, sediento de Dios. Si antes estábamos aquí con toda nuestra fuerza, ahora lo estaremos aún más. Estoy muy feliz”, destacó el pastor Valter.
Más de tres mil personas estuvieron presentes en la ceremonia de consagración, que fue realizada por el obispo Paulo Roberto Guimarães, responsable por el trabajo de la Universal en México. Él destacó que los pastores consagrados tenían años de experiencia ayudando a las personas en el país y explicó los requisitos para el ministerio pastoral (lea Timoteo 3:1-7).
La segunda consagración en México ocurrió el día 28 de septiembre y fueron consagrados cuatro pastores más, Felipe, Noe, Rogelio, Anderson y sus respectivas esposas.
En Brasil, durante la Concentración de fe y milagros realizada el día 17 de septiembre por el obispo Alexandre Mendes en Diadema, en la Gran San Pablo, más de dos mil personas presenciaron la consagración de los pastores Luciano Leal y Leandro Santos junto son sus respectivas esposas.
Durante la oración, el obispo Alexandre se acordó de su propia consagración y habló sobre lo que él pensó en el momento en que el aceite consagrado era derramado en su cabeza. “Cuando yo fui consagrado, vino a mi mente como una película, los recuerdos de cada lucha, cada iglesia por la cual pasé, las injusticias sufridas, las luchas vividas. Yo creo que es lo que les está sucediendo a ellos”, dijo refiriéndose a los pastores que estaban siendo consagrados.
“Sé que nuestra responsabilidad aumentó aún más, pero estamos listos para hacer mucho más de lo que hicimos hasta aquí. Grandes cosas están por venir, todavía tenemos muchas más almas por ganar. Esto es solo el comienzo”, destacó el pastor Leandro.
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