“Porque los ojos del Señor están sobre los justos, y Sus oídos atentos a sus oraciones; pero el rostro del Señor está contra aquellos que hacen el mal.” (1 Pedro 3:12).
Como afirma el versículo bíblico citado anteriormente, Dios está atento a las palabras que son dirigidas a Él. Sin embargo, aunque la atención del Señor a Sus hijos esté garantizada en la Biblia, algunas personas se preguntan: “¿Estaré orando de la manera correcta?” o “¿Qué puedo hacer para que Dios responda mis oraciones?”.
Para que nuestra oración sea efectiva delante de Dios, es importante que tengamos la conciencia de cómo Él quiere que oremos. La Biblia destaca algunas pautas del Señor, para hablar con el Creador. La primera actitud que debemos tener en mente es que cada oración es única, es un diálogo que tenemos con el Señor, además, la oración es una acción de fe y por eso Jesús advierte: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán oídos.” (Mateos 6:7)
Otra actitud importante es reservar un momento exclusivo para dirigirse hacia la presencia de Dios para que, de esta manera, las distracciones no estorben: “Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.” (Mateo 6:6)
Sin embargo, Jesús advierte a las personas que se esfuerzan por llamar la atención de los demás por sus oraciones: “Y cuando ores, no seas como los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.” (Mateo 6:5).
Dios, por tener una naturaleza justa, responde la oración de aquellos que son justos delante de Él, quiere decir, que viven de acuerdo a las enseñanzas de la Biblia. Existen personas que incluso desean encontrar a Dios, pero no están dispuestas a actuar de acuerdo a Su voluntad. Por eso estas mismas no reciben la plena respuesta para sus vidas. “El que aparta su oído para no oír la ley, su oración también es abominable.” (Proverbios 28:9).
Por lo tanto, por encima de nuestros deseos, deben estar, en primer lugar, los deseos de Dios para nuestra vida, como el Señor Jesús dijo: “…Mi comida es que haga la voluntad del que Me envió, y que acabe Su obra.” (Juan 4:34).
Para aquellos que buscan confiados en el Señor, con certeza, Él no permitirá que la oración sea en vano, sino que contestará para confirmar Su poder y autoridad: “Pacientemente esperé al SEÑOR, y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.” (Salmos 40:1).
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