Judas Iscariote fue excluido del grupo de los apóstoles del Señor Jesús; también entre los hijos de Israel surgirá un personaje traidor a su pueblo, que se convertirá a Babilonia y será nombrado su líder supremo.
Este líder supremo judío será entonces el falso profeta, que tendrá dos cuernos: el poder religioso y el económico. Con respecto a su autoridad y a su poder temporal capaces de seducir a las naciones, él los recibe del anticristo, que a su vez los recibe del diablo.
No podemos olvidarnos que el diablo era el “querubín protector ungido” (Ezequiel 28:14), y fue establecido por Dios. Él mantiene el poder que tenía cuando fue creado. Su gran error fue haber intentado usar ese poder limitado contra el poder ilimitado del Todopoderoso.
El relato de Juan muestra, que así como la primera bestia recibió poder, el trono y la autoridad del dragón para ser utilizada por él, también la primera bestia o el anticristo utilizará a la segunda bestia, el falso profeta, para recibir adoración de ella.
El falso profeta levantará una imagen del anticristo y le dará aliento de vida. A partir de ese momento, la imagen del mismo habla e incluso mata a todos los que no le rindan adoración.
El culto a la primera bestia es simbolizado en el tercer capítulo de Daniel, donde Nabucodonosor ordena levantar una gran imagen de oro, y el que no se postrare y la adorase sería lanzado al horno de fuego ardiente.
Solo tres jóvenes judíos se negaron a adorar la imagen. Por eso fueron arrojados al horno de fuego encendido 7 veces más de lo habitual. Pero el Dios de Israel, en Quien creían, los libró y no perdieron ni siquiera un cabello.
Ellos son una señal de los ciento cuarenta y cuatro mil sellados de Israel, que durante la Gran Tribulación, serán guardados y arrebatados para el Señor:
“Y hacía que a todos, pequeños y grandes, ricos y pobres, libres y esclavos, se les pusiese una marca en la mano derecha, o en la frente; y que ninguno pudiese comprar ni vender, sino el que tuviese la marca o el nombre de la bestia, o el número de su nombre. Aquí hay sabiduría. El que tiene entendimiento, cuente el número de la bestia, pues es número de hombre. Y su número es seiscientos sesenta y seis.” (Apocalipsis 13:16-18)
(*) Fragmento retirado del libro “Estudio del Apocalipsis”, del obispo Edir Macedo.
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