Parejas: si su cónyuge le falla, usted no necesita fallarle. Solteros: si las personas fallan en el amor, usted no necesita fallar como ellos.
El marido se comporta como un donjuán con una mujer en el trabajo. Su esposa le hace un escándalo y lo insulta con nombres no muy amorosos. Ella falló porque él falló. Perdió la razón. Dio origen a nuevos problemas. Y no resolvió la falla del marido.
Los muchachos en la escuela viven alardeando sobre con cuántas chicas estuvieron, qué hicieron con ellas, qué tomaron y fumaron… El soltero que presencia eso diariamente busca encajar, concurrir a los mismos ambientes que sus compañeros y a la primera oportunidad, forzar una situación para pasar el rato con una muchacha. Después de estar juntos, él se siente medio extraño, usado, un aprovechador, confuso con todo eso. Falló porque los demás fallaron. Se convirtió en uno más, en una fotocopia del grupo. Y no resolvió el problema de su soledad.
Si usted quiere ir de lo incorrecto a lo correcto, tiene que dejar de fallar. No importa lo que los demás hacen, usted no tiene que ser igual.
Si su cónyuge quiere fallar, déjelo que falle solo. No redoble la apuesta. Haga lo que es correcto. Mantenga la cabeza en su lugar. Usted puede hacerlo.
Si las personas de la facultad, del trabajo, de la discoteca, de la TV o de cualquier otro círculo social hacen lo que hacen, usted no necesita imitarlas. Use su mente. Piense por sí mismo.
Deje de hacer lo incorrecto y empiece a hacer lo correcto. No permita que los que fallan lo influencien a fallar también.
No haga lo que los demás hacen. Haga lo que funciona.
P.D. ¿Usted ya comenzó los “21 días de lo incorrecto a lo correcto”? Sepa más…
P.P.D. Este jueves en la Terapia del Amor: cómo cambiar su suerte en el amor. ¡No se lo pierda!
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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